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CAPÍTULO 14

El rey Purūravā se enamora de Urvaśī

Presentamos a continuación el resumen del capítulo decimocuarto, en el que se nos explica que Soma raptó a la esposa de Bṛhaspati y engendró en su vientre un hijo, cuyo nombre fue Budha. Budha fue padre de Purūravā, que engendró en el vientre de Urvaśī seis hijos, el mayor de los cuales fue Āyu.

El Señor Brahmā nació de la flor de loto que brotó del ombligo de Garbhodakaśāyī Viṣṇu. Brahmā tuvo un hijo llamado Atri, y el hijo de Atri fue Soma, el rey de las estrellas y las plantas medicinales. Soma conquistó todo el universo, y, envanecido, raptó a Tārā, la esposa de Bṛhaspati, el maestro espiritual de los semidioses. Hubo una gran guerra entre los semidioses y los asuras, pero Brahmā rescató a la esposa de Bṛhaspati de las garras de Soma y la devolvió a su esposo, poniendo fin a la guerra. En el vientre de Tārā, Soma engendró a Budha, quien más tarde engendró a Aila, Purūravā, en el vientre de Ilā. Urvaśī, cautivada por la belleza de Purūravā, vivió con él durante algún tiempo, pero luego lo abandonó. Purūravā, al borde de la locura, anduvo viajando por todo el mundo, hasta que finalmente se encontró de nuevo con Urvaśī en Kurukṣetra, donde ella aceptó unirse con él, pero solo una noche al año.

Un año más tarde, Purūravā volvió a ver a Urvaśī en Kurukṣetra, y se alegró de pasar una noche con ella, pero, ante la idea de que le abandonase de nuevo, estaba abrumado de dolor. Entonces Urvaśī aconsejó a Purūravā que adorase a los gandharvas. Estos, satisfechos con Purūravā, le ofrecieron una mujer llamada Agnisthālī. Purūravā confundió a Agnisthālī con Urvaśī, pero, mientras caminaban por el bosque, se dio cuenta de su error y abandonó su compañía. Tras regresar al hogar y meditar en Urvaśī toda la noche, decidió celebrar una ceremonia ritual védica para satisfacer su deseo. Purūrāva volvió al lugar en que había dejado a Agnisthālī, y allí vio que, del seno de un árbol śamī, había brotado un árbol aśvattha. Con dos astillas de aquel árbol, Purūravā encendió un fuego. Esa clase de fuego puede satisfacer todos los deseos lujuriosos. El fuego fue considerado hijo de Purūravā. En Satya-yuga solo había una clase social, denominada haṁsa; las divisiones de varṇa, como brāhmaṇa, kṣatriya, vaiśya, y śūdra, no estaban vigentes. El Veda era el oṁkāra. Los semidioses no recibían adoración, pues la única Deidad adorable era la Suprema Personalidad de Dios.

Text 1:
Śrīla Śukadeva Gosvāmī dijo a Mahārāja Parīkṣit: ¡Oh, rey!, hasta aquí te he hablado de la dinastía del dios del Sol. Escucha ahora la muy gloriosa y purificadora historia de la dinastía del dios de la Luna. En ella se habla de reyes tales como Aila [Purūravā]; escuchar acerca de ellos es glorioso.
Text 2:
El Señor Viṣṇu [Garbhodakaśāyī Viṣṇu] recibe también el nombre de Sahasra-śīrṣā Puruṣa. Del lago de Su ombligo brotó una flor de loto, sobre la cual nació el Señor Brahmā. Atri, el hijo del Señor Brahmā, tenía tan buenas cualidades como su padre.
Text 3:
De las lágrimas de júbilo de Atri nació un hijo llamado Soma, la Luna, pleno de rayos reconfortantes. El Señor Brahmā le designó como director de los brāhmaṇas, las plantas medicinales y los astros luminosos.
Text 4:
Tras conquistar los tres mundos [los sistemas planetarios superiores, medios e inferiores], Soma, el dios de la Luna, celebró el gran sacrificio rājasūya-yajña. Estaba tan envanecido que raptó por la fuerza a Tārā, la esposa de Bṛhaspati.
Text 5:
Aunque Bṛhaspati, el maestro espiritual de los semidioses, se lo pidió una y otra vez, Soma no devolvió a Tārā. Su orgullo falso se lo impedía. Debido a ello, estalló una guerra entre los semidioses y los demonios.
Text 6:
Debido a la enemistad existente entre Bṛhaspati y Śukra, este se puso del lado del dios de la Luna, y a él se unieron los demonios. Pero el Señor Śiva, debido al afecto que sentía por el hijo de su maestro espiritual, se puso de parte de Bṛhaspati con todo su ejército de duendes y fantasmas.
Text 7:
El rey Indra, con todos los semidioses, se unió también a Bṛhaspati. Entonces tuvo lugar una gran batalla, que trajo destrucción a demonios y semidioses. Todo ello fue únicamente por Tārā, la esposa de Bṛhaspati.
Text 8:
El Señor Brahmā, a quien Aṅgirā informó en todo detalle de lo que estaba ocurriendo, impuso un severo castigo al dios de la Luna, Soma. Gracias al Señor Brahmā, Tārā volvió con su esposo, quien entonces se dio cuenta de que estaba embarazada.
Text 9:
Bṛhaspati dijo: ¡Estúpida mujer!, tu vientre, que yo tenía que fecundar, ha sido fecundado por otro hombre. ¡Quiero verte parir inmediatamente! ¡Hazlo inmediatamente! No te preocupes, no te reduciré a cenizas después de que des a luz. Aunque sé que no eres casta, también sé que querías un hijo, de modo que no te castigaré.
Text 10:
Śukadeva Gosvāmī continuó: Obedeciendo a Bṛhaspati, Tārā, que estaba muy avergonzada, dio a luz inmediatamente. Fue madre de un niño muy hermoso, cuyo cuerpo era de color dorado. Tanto Bṛhaspati como Soma, el dios de la Luna, desearon para sí el hermoso bebé.
Text 11:
Bṛhaspati y el dios de la Luna se enzarzaron en un nuevo conflicto. Ambos decían: «¡Este niño es mío, no tuyo!». Todos los santos y semidioses allí presentes preguntaron a Tārā quién era el verdadero padre del recién nacido, pero ella, avergonzada, no respondía.
Text 12:
El niño entonces, muy enfadado, exigió a su madre que dijese la verdad inmediatamente. «Mujer adúltera —dijo—, ¿a qué viene ahora tanta vergüenza? ¿Por qué no admites tu culpa? Confiésame inmediatamente la falta que has cometido».
Text 13:
El Señor Brahmā llevó entonces a Tārā a un lugar más tranquilo y, a solas, después de calmarla, le preguntó quién era el verdadero padre del niño. Muy despacio, Tārā contestó: «Es hijo de Soma, el dios de la Luna». El dios de la Luna se hizo cargo del niño inmediatamente.
Text 14:
¡Oh, Mahārāja Parīkṣit!, al ver la profunda inteligencia del niño, el Señor Brahmā le dio el nombre de Budha. Aquel hijo proporcionó una enorme dicha al dios de la Luna, el que gobierna las estrellas.
Texts 15-16:
A continuación, Budha engendró en el vientre de Ilā un hijo que se llamó Purūravā, del cual se habló al comienzo del Noveno Canto. Cuando Nārada describió en la corte del Señor Indra su belleza, sus cualidades personales, su magnanimidad, su manera de actuar, su riqueza y su poder, Urvaśī, la mujer celestial, sintió atracción por él. Herida por la flecha de Cupido, fue a verle.
Texts 17-18:
Maldecida por Mitra y Varuṇa, Urvaśī, la mujer celestial, había adquirido los hábitos de los seres humanos. Por eso, al ver a Purūravā, el mejor de los varones, que poseía la belleza de Cupido, dominó sus impulsos y se acercó a él. Al ver a Urvaśī, los ojos del rey Purūravā se llenaron del éxtasis de la dicha, y los vellos del cuerpo se le erizaron. Con palabras dulces y agradables, el rey le dijo lo siguiente.
Text 19:
El rey Purūravā dijo: ¡Oh, mujer, la más hermosa!, bienvenida seas. Por favor, siéntate aquí y dime qué puedo hacer por ti. Puedes disfrutar conmigo todo el tiempo que desees. Pasemos la vida felices unidos en relación sexual.
Text 20:
Urvaśī contestó: ¡Oh, el más hermoso de los hombres!, ninguna mujer podría resistirse a tu atractivo, ni con la mente ni con la vista. Una mujer que se refugie en tu pecho no podrá negarse a disfrutar de la relación sexual contigo.
Text 21:
Mi querido rey Purūravā, por favor, protege a estos dos corderitos que han caído conmigo. Aunque yo pertenezco a los planetas celestiales y tú a la Tierra, sí me gustaría disfrutar de la unión sexual contigo. No tengo objeción alguna a que seas mi esposo, pues eres superior en todos los sentidos.
Text 22:
Urvaśī dijo: «Mi querido héroe, solo comeré alimentos preparados con ghī [mantequilla clarificada], y no quiero verte nunca desnudo, excepto en el momento de la relación sexual». El magnánimo rey Purūravā aceptó ambas condiciones.
Text 23:
Purūravā contestó: ¡Oh, hermosa mujer!, tu belleza y tus gestos son maravillosos. En verdad, eres atractiva para toda la sociedad humana. ¿Quién en la Tierra no estaría dispuesto a servir a una semidiosa como tú, que has venido de los planetas celestiales por decisión propia?
Text 24:
Śukadeva Gosvāmī continuó: Purūravā, el mejor de los seres humanos, disfrutó entonces libremente de la compañía de Urvaśī. Ambos gozaron de las actividades sexuales en muchos lugares celestiales, como Caitraratha y Nandana-kānana, donde disfrutan los semidioses.
Text 25:
El cuerpo de Urvaśī era tan fragante como el azafrán de la flor de loto. Vivificado por la fragancia de su cuerpo y de su cara, Purūrāva fue muy dichoso disfrutando de su compañía durante muchos días.
Text 26:
Notando la ausencia de Urvaśī, el rey del cielo, el Señor Indra, dijo: «Sin Urvaśī, mi corte ha perdido toda su belleza». Con este pensamiento, pidió a los gandharvas que la trajesen de vuelta a su planeta celestial.
Text 27:
Los gandharvas vinieron a la Tierra y, a medianoche, cuando reinaba la oscuridad, se aparecieron en la casa de Purūravā y robaron los dos corderos que Urvaśī había confiado a su esposo, el rey, para que los cuidase.
Text 28:
Urvaśī trataba a los corderitos como a sus propios hijos. Por eso, al escuchar su llanto de angustia mientras los gandharvas los robaban, Urvaśī se dirigió a su esposo con palabras ásperas: «Ahora me están matando —dijo—, bajo la protección de un marido indigno, que se cree un gran héroe pero es un cobarde y un eunuco».
Text 29:
«Aprovechando que dependía de él, los ladrones me han quitado mis dos hijos, los corderitos, así que ahora estoy perdida. Mi marido pasa la noche acostado, muerto de miedo como una mujer, aunque de día parece un hombre».
Text 30:
Purūravā, espoleado por las mordaces palabras de Urvaśī como un elefante bajo la aguijada de su cuidador, se puso muy furioso. Sin vestirse siquiera, empuñó una espada y salió, desnudo y de noche, en persecución de los gandharvas que habían robado los corderos.
Text 31:
Los gandharvas, después de soltar a los corderos, despidieron un resplandor intenso como el relámpago, iluminando así la casa de Purūravā. Urvaśī vio entonces a su esposo que regresaba con los corderos en brazos; sin embargo, estaba desnudo, de modo que se marchó.
Text 32:
Al no hallar a Urvaśī en su cama, Purūravā se sintió muy afligido. La gran atracción que sentía por ella le tenía trastornado. Así, lamentándose, comenzó a recorrer la Tierra como un loco.
Text 33:
En uno de sus viajes por el mundo, Purūravā vio a Urvaśī, acompañada de cinco amigas, a orillas del río Sarasvatī, en Kurukṣetra. Con el rostro lleno de júbilo, se dirigió a ella con dulces palabras.
Text 34:
¡Oh, mi querida esposa!, ¡oh, la más cruel!, ¡espera, por favor!, ¡espera! Sé que, hasta ahora, nunca he sabido hacerte feliz, pero no por ello debes abandonarme. No está bien que hagas eso. Incluso si has decidido abandonar mi compañía, al menos hablemos un momento.
Text 35:
¡Oh, diosa!, ahora que me has rechazado, mi hermoso cuerpo caerá muerto aquí mismo; como ya no sirve para darte placer, será comido por las zorras y los buitres.
Text 36:
Urvaśī dijo: Mi querido rey, tú eres un hombre, un héroe. No estés impaciente por abandonar la vida. Modérate; no permitas que los sentidos te dominen como zorras. No dejes que las zorras te coman. En otras palabras, no te dejes controlar por los sentidos. Deberías saber que el corazón de la mujer es como el de una zorra. ¿Qué valor tiene la amistad de las mujeres?
Text 37:
Las mujeres, de por sí, son astutas y crueles. No pueden tolerar ni la más pequeña ofensa. Por su propio placer pueden cometer cualquier acto irreligioso; no dudan siquiera en matar a un esposo fiel o a un hermano.
Text 38:
Las mujeres se dejan seducir fácilmente por los hombres. La mujer de condición impura abandona la amistad de un hombre que la quiere bien para establecer una falsa amistad con algún necio. En verdad, nunca se cansa de buscar nuevos amigos, uno tras otro.
Text 39:
¡Oh, mi querido rey!, podrás disfrutar conmigo como esposo al final de cada año, durante una sola noche. De ese modo tendrás más hijos, uno tras otro.
Text 40:
Comprendiendo que Urvaśī estaba embarazada, Purūravā regresó a su palacio. Al final del año volvió a Kurukṣetra y disfrutó de la compañía de Urvaśī, que por entonces había sido madre de un hijo heróico.
Text 41:
Al final del año, al conseguir de nuevo a Urvaśī, el rey Purūravā no cabía en sí de júbilo; esa noche disfrutó con ella de la relación sexual. Pero la idea de tener que separarse de ella le sumía en una enorme tristeza. Urvaśī le dijo entonces lo siguiente.
Text 42:
Urvaśī dijo: «Mi querido rey, busca refugio en los gandharvas, pues ellos podrán hacerme tuya de nuevo». Conforme a estas palabras, el rey oró a los gandharvas hasta satisfacerles, y estos, muy complacidos con él, le ofrecieron una muchacha Agnisthālī, que era idéntica a Urvaśī. Creyendo que se trataba de Urvaśī, el rey paseó con ella por el bosque; pero más tarde se dio cuenta de que no era Urvaśī, sino Agnisthālī.
Text 43:
Entonces, el rey Purūravā abandonó a Agnisthālī en el bosque y regresó a su casa, donde meditó en Urvaśī toda la noche. En ese período de meditación dio comienzo el milenio Tretā, y con él aparecieron en su corazón los principios de los tres Vedas, con el proceso de celebración de yajña como medio de llevar a término las actividades fruitivas.
Texts 44-45:
Cuando el proceso del yajña fruitivo se manifestó en su corazón, el rey Purūravā regresó al lugar en que había abandonado a Agnisthālī. Allí se encontró con un árbol śamī de cuyo seno brotaba un árbol aśvattha. Entonces, con un trozo de madera de ese árbol preparó dos araṇis y comenzó a cantar mantras, deseoso de ir al planeta en que vivía Urvaśī. En su meditación, la araṇi inferior era Urvaśī, la superior, él mismo, y el trozo de madera intermedio, su hijo. De ese modo comenzó a encender un fuego.
Text 46:
De las araṇis que Purūravā frotaba surgió un fuego. Ese fuego permite alcanzar el éxito completo en el disfrute material y la purificación en el nacimiento seminal, la iniciación y las celebraciones de sacrificio, que se invocan con la combinación de letras a-u-m. Por consiguiente, aquel fuego fue considerado hijo de Purūravā.
Text 47:
Con aquel fuego, Purūrāva, que deseaba ir al planeta en que vivía Urvaśī, realizó un sacrificio con el que satisfizo a la Suprema Personalidad de Dios, Hari, el disfrutador de los resultados del sacrificio. De ese modo adoró al Señor, que está más allá de la percepción de los sentidos y es la fuente de donde emanan todos los semidioses.
Text 48:
En el primer milenio, Satya-yuga, todos los mantras védicos estaban incluidos en un mantra, el praṇava, la raíz de todos los mantras védicos. En otras palabras, el Atharva Veda era la única fuente de todo conocimiento védico. La Suprema Personalidad de Dios, Nārāyaṇa, era la única Deidad de adoración; nunca se recomendaba adorar a los semidioses. El fuego era uno solo, y en la sociedad había una única orden de vida, la denominada haṁsa.
Text 49:
¡Oh, Mahārāja Parīkṣit!, al principio de Tretā-yuga, el rey Purūravā dio inicio a los sacrificios karma-kāṇḍa. Fue así como Purūravā, que consideró al fuego del yajña como hijo suyo, pudo satisfacer su deseo de ir a Gandharvaloka.