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CAPÍTULO 10

Encuentro entre Jaḍa Bharata y Mahārāja Rahūgaṇa

En este capítulo se cuenta cómo Bharata Mahārāja, ahora conocido como Jaḍa Bharata, fue favorablemente acogido por el rey Rahūgaṇa, que gobernaba los estados de Sindhu y Sauvīra. El rey obligó a Jaḍa Bharata a cargar su palanquín, y lo reprendió por no llevarlo correctamente. Sucedió que se necesitaba un porteador para el palanquín del rey Rahūgaṇa, y los jefes de los porteadores vieron en Jaḍa Bharata la persona más idónea para el trabajo. Así que lo obligaron a cargar el palanquín. Jaḍa Bharata no protestó ante aquella arrogancia, sino que aceptó humildemente el trabajo y cargó el palanquín. Sin embargo, lo llevaba teniendo mucho cuidado de no pisar a las hormigas, y cada vez que veía una, se detenía para dejarla pasar. Debido a ello, no podía llevar el mismo paso que los otros porteadores. El rey, que iba en el palanquín, se enfadó mucho y riñó a Jaḍa Bharata con palabras soeces. Jaḍa Bharata, que estaba completamente libre del concepto corporal, no protestó y siguió cargando el palanquín. Pero, como seguía haciendo lo mismo, el rey lo amenazó con castigarlo; ante la amenaza del rey, Jaḍa Bharata habló, protestando del grosero lenguaje con que el rey lo había reñido; este, al escuchar las instrucciones de Jaḍa Bharata, cobró conciencia del verdadero conocimiento; entonces comprendió que había ofendido a una persona santa, a un gran erudito, y oró a Jaḍa Bharata con gran humildad y respeto. Ahora deseaba entender el profundo significado de las filosóficas palabras de Jaḍa Bharata, y, muy sinceramente, le pidió perdón. Admitió que quien ofende los pies de loto de un devoto puro será sin duda alguna castigado por el tridente del Señor Śiva.

Text 1:
Śukadeva Gosvāmī continued: My dear King, after this, King Rahūgaṇa, ruler of the states known as Sindhu and Sauvīra, was going to Kapilāśrama. When the King’s chief palanquin carriers reached the banks of the river Ikṣumatī, they needed another carrier. Therefore they began searching for someone, and by chance they came upon Jaḍa Bharata. They considered the fact that Jaḍa Bharata was very young and strong and had firm limbs. Like cows and asses, he was quite fit to carry loads. Thinking in this way, although the great soul Jaḍa Bharata was unfit for such work, they nonetheless unhesitatingly forced him to carry the palanquin.
Text 2:
Sin embargo, debido a su actitud no violenta, Jaḍa Bharata llevaba el palanquín de un modo muy irregular. Caminaba, pero antes de dar un paso se aseguraba de que no hubiera hormigas delante, pues no quería pisar ninguna. En consecuencia, no podía seguir el paso de los demás porteadores. Ante las sacudidas del palanquín, el rey Rahūgaṇa preguntó de inmediato a los porteadores: «¿Se puede saber qué son esos bandazos? Más les vale que lleven el palanquín como es debido».
Text 3:
Cuando escucharon las amenazadoras palabras de Mahārāja Rahūgaṇa, los porteadores del palanquín sintieron mucho miedo de que los castigase, y le respondieron con las siguientes palabras.
Text 4:
¡Oh, señor!, repara, por favor, en que no estamos siendo negligentes en el cumplimiento de nuestros deberes. Fieles a tu deseo, hemos estado llevando este palanquín, pero este hombre que se ha unido hace poco a nosotros no puede caminar con rapidez. Nos es imposible llevar el palanquín con él.
Text 5:
El rey Rahūgaṇa entendió las razones de los porteadores, que temían ser castigados. También comprendió que las irregularidades en la marcha del palanquín eran culpa de una sola persona. Perfectamente convencido de esto, escuchó la explicación de los porteadores, y aunque era un hombre de gran experiencia y muy versado en la ciencia política, se irritó un poco. Esa ira se debía a su naturaleza innata de rey. En realidad, la mente del rey Rahūgaṇa estaba cubierta por la modalidad de la pasión; por esa razón, dirigió las siguientes palabras a Jaḍa Bharata, cuya refulgencia Brahman estaba velada como un fuego cubierto por cenizas y no era claramente visible.
Text 6:
El rey Rahūgaṇa dijo a Jaḍa Bharata: ¡Qué duro es esto, mi querido hermano! De verdad que pareces cansado, después de tan largo trayecto cargando el palanquín tú solo y sin ayuda de nadie. Además, como eres muy viejo, estás muy delicado. Mi querido amigo, ya veo que no eres recio, ni fuerte, ni robusto. ¿Es que tus compañeros no te ayudan?
Text 7:
Después de esto, el rey vio que las sacudidas del palanquín continuaban. Entonces se irritó mucho y dijo: ¡Tú, bribón!, ¿qué estás haciendo? ¿Estás muerto a pesar de tener vida en el cuerpo? ¿Acaso no sabes que soy tu amo? Me estás faltando al respeto y no estás cumpliendo mi orden. Por desobedecerme, te voy a castigar tan severamente como lo hace Yamarāja, el superintendente de la muerte, cuando castiga a los pecadores. Te voy a aplicar el tratamiento adecuado para que vuelvas a tus cabales y actúes como es debido.
Text 8:
Creyéndose el rey, Mahārāja Rahūgaṇa estaba bajo la influencia del concepto corporal, sometido a las modalidades de la pasión y la ignorancia de la naturaleza material. En un arranque de locura, reprendió a Jaḍa Bharata con palabras absurdas y fuera de lugar. Jaḍa Bharata era un devoto sublime, morada querida de la Suprema Personalidad de Dios. El rey, aunque se consideraba muy culto, no conocía las características ni la posición del devoto avanzado que está situado en el plano del servicio devocional. Jaḍa Bharata era la residencia de la Suprema Personalidad de Dios; en su corazón llevaba siempre la forma del Señor. Era el amigo querido de todos los seres vivos, estaba completamente libre del concepto corporal. Esbozando una sonrisa, dijo las siguientes palabras.
Text 9:
El gran brāhmaṇa Jaḍa Bharata dijo: Mi querido rey y héroe, ciertamente con tus sarcásticas palabras has dicho la verdad. En realidad no han sido simples palabras de reproche, pues quien lleva el peso es el cuerpo. Ese peso no me pertenece a mí, que soy el alma espiritual. En tus afirmaciones no contradices la realidad, ya que soy distinto del cuerpo. Yo no soy el que carga el palanquín; quien lo carga es el cuerpo. Ciertamente, como tú has señalado, yo no me he esforzado para llevar el palanquín, pues estoy desapegado del cuerpo. Has dicho que no soy fuerte y robusto; son palabras propias de una persona que no conoce la diferencia entre el cuerpo y el alma. El cuerpo puede ser delgado o grueso, pero ninguna persona culta diría semejante cosa del alma espiritual. En cuanto alma espiritual, no soy ni gordo ni flaco; por eso estás en lo cierto cuando dices que no soy muy robusto. Si yo tuviera algo que ver con el objeto de este viaje y del camino que seguimos, pasaría por muchas dificultades, pero como no tienen que ver conmigo, sino con mi cuerpo, no me suponen la menor molestia.
Text 10:
La gordura, la delgadez, los sufrimientos del cuerpo y de la mente, la sed, el hambre, el miedo, las disputas, los deseos de felicidad material, la vejez, el sueño, el apego a las posesiones materiales, la ira, la lamentación, la ilusión y la identificación del cuerpo con el ser no son más que transformaciones de la cubierta material del alma espiritual. Todas esas cosas afectan a la persona que está absorta en el concepto material del cuerpo, pero yo estoy libre de todos los conceptos corporales, y, por consiguiente, no soy ni gordo ni delgado ni ninguna de las demás cosas que has mencionado.
Text 11:
Mi querido rey, no hacía falta que me acusaras de estar muerto en vida. Con respecto a eso, lo único que puedo decir es que eso es lo que ocurre con todo, pues todo lo material tiene un principio y un fin. Y en cuanto a tu manera de pensar, creyéndote rey y señor y dándome órdenes, tampoco es correcta, pues esas posiciones son temporales. Hoy tú eres el rey y yo tu sirviente, pero mañana pueden cambiarse las tornas, y ser tú mi sirviente y yo tu amo. Todo eso son circunstancias temporales creadas por la providencia.
Text 12:
Mi querido rey, si todavía piensas que tú eres el rey y que yo soy tu sirviente, entonces debes darme órdenes, para que yo las cumpla. En ese caso, te diré que esas diferencias son temporales, y que proceden únicamente de la costumbre o del convencionalismo. No les veo ninguna otra causa. ¿Quién es entonces el amo, y quién el sirviente? Todo el mundo está siendo forzado por las leyes de la naturaleza material; por lo tanto, nadie es amo ni sirviente. Si, a pesar de todo, sigues pensando que tú eres el amo y yo el sirviente, lo aceptaré. Así pues, dame una orden, por favor. ¿Qué puedo hacer por ti?
Text 13:
Mi querido rey, tú me has dicho: «¡Sinvergüenza, estúpido, loco! ¡Te voy a castigar, a ver si vuelves a tus cabales!». Con respecto a esto, permíteme decirte que, aunque vivo como si fuera tonto, sordo y mudo, en realidad soy una persona autorrealizada. ¿Qué ganarás castigándome? Si, como piensas, soy un loco, castigarme será como fustigar a un caballo muerto. El resultado será nulo. La locura de un loco no se remedia con castigos.
Text 14:
Śukadeva Gosvāmī dijo: ¡Oh, Mahārāja Parīkṣit!, el rey Rahūgaṇa había reprendido con ásperas palabras al glorioso devoto Jaḍa Bharata, pero aquella persona santa y pacífica se mostró tolerante y le dio la respuesta adecuada. La nesciencia se debe al concepto corporal, y Jaḍa Bharata no estaba bajo la influencia de ese erróneo concepto. Debido a su naturaleza humilde, nunca se consideró un gran devoto, y estuvo de acuerdo en sufrir los resultados de su karma pasado. Como un hombre corriente, pensaba que al llevar el palanquín destruía las reacciones de los pecados que había cometido en el pasado. Pensando de ese modo, se dispuso a seguir cargando con el palanquín.
Text 15:
Śukadeva Gosvāmī continuó: ¡Oh, joya de la dinastía Pāṇḍu [Mahārāja Parīkṣit]!, el rey de los estados de Sindhu y Sauvīra [Mahārāja Rahūgaṇa] tenía mucha fe en los temas relacionados con la Verdad Absoluta. Gracias a esa buena cualidad, escuchó la exposición filosófica que hizo Jaḍa Bharata, exposición que debilita el nudo del corazón y se aprueba en todas las Escrituras que tratan del proceso de yoga místico. De ese modo, su concepto material de sí mismo como rey quedó destruido. Inmediatamente descendió de su palanquín y se postró en el suelo poniendo su cabeza a los pies de loto de Jaḍa Bharata, pidiendo así al gran brāhmaṇa que le perdonase por sus insultos. Entonces oró de la siguiente manera.
Text 16:
El rey Rahūgaṇa dijo: ¡Oh, brāhmaṇa!, puedo entender que ocultas tu presencia en el mundo y pasas desapercibido ante los demás. ¿Quién eres?; ¿un brāhmaṇa erudito, una persona santa? Veo que llevas un cordón sagrado. ¿Eres uno de esos santos liberados y excelsos, como Dattātreya y otros sabios eruditos muy avanzados? ¿Puedo preguntarte de quién eres discípulo? ¿Dónde vives? ¿Por qué has venido a este lugar? ¿Has venido a hacernos el bien? ¿Es esa la misión que te ha traído aquí? Por favor, permíteme saber quién eres.
Text 17:
Mi querido señor, no le temo al rayo del rey Indra, ni al serpentino y punzante tridente del Señor Śiva. No me preocupa el castigo de Yamarāja, el superintendente de la muerte; tampoco le temo al fuego, ni al Sol abrasador, ni a la Luna, el viento o las armas de Kuvera. Pero sí siento temor de ofender a un brāhmaṇa. En verdad, eso me produce verdadero temor.
Text 18:
Mi querido señor, puedo entender que la influencia de tu gran conocimiento espiritual permanece oculta. De hecho, tú no tienes el menor contacto con la materia y estás completamente absorto en pensar en el Supremo. Por lo tanto, eres ilimitadamente avanzado en el conocimiento espiritual. Por favor, dime por qué vagas por el mundo haciéndote pasar por un tonto. ¡Oh, gran persona santa!, el proceso de yoga corrobora las palabras que has pronunciado, pero no nos ha sido posible comprender lo que has dicho. Por favor, explícanoslo.
Text 19:
Te considero el más perfecto amo del poder místico. Dominas la ciencia espiritual a la perfección. Eres el más glorioso entre los grandes sabios, y has descendido para beneficiar a toda la sociedad humana. Como has venido para dar conocimiento espiritual y eres un representante directo de Kapiladeva, la encarnación de Dios y porción plenaria del conocimiento, te pregunto, ¡oh, maestro espiritual!, ¿cuál es el refugio más seguro en este mundo?
Text 20:
¿No es cierto que tú eres el representante directo de Kapiladeva, la encarnación de la Suprema Personalidad de Dios? Has aparentado ser un sordomudo para examinar a la gente y ver quién realmente es un ser humano y quién no lo es. ¿No es esa tu actividad sobre la superficie de la Tierra? Yo estoy muy apegado a la vida familiar y a las actividades mundanas, y soy ciego en cuanto a conocimiento espiritual. Aun así, ahora me encuentro ante ti con el deseo de que me ilumines. ¿Cómo puedo avanzar en la vida espiritual?
Text 21:
Tú has dicho: «El trabajo no me fatiga». Aunque el alma es diferente del cuerpo, el esfuerzo físico produce cansancio, y da la impresión de que el alma también se cansa. Sin duda alguna, cuando llevabas el palanquín el alma también se esforzaba. Eso es lo que pienso. También has dicho que los tratos externos entre el amo y el sirviente no son reales, pero aunque no sean reales en el mundo fenoménico, los productos del mundo fenoménico sí pueden influir realmente en las cosas. Esto puede verse y experimentarse. Por lo tanto, aunque las actividades materiales no son permanentes, no puede decirse que no sean reales.
Text 22:
El rey Rahūgaṇa continuó: Mi querido señor, has dicho que las identificaciones como la gordura o la delgadez del cuerpo no son características del alma. Eso es incorrecto, pues no cabe duda de que el alma siente el dolor y el placer, que también son identificaciones. Si pones en el fuego una olla de arroz con leche, de modo natural se irán calentando, primero la leche y luego el arroz. De manera similar, los sentidos, la mente y el alma se ven afectados por los placeres y sufrimientos del cuerpo. El alma no puede desapegarse por completo de ese condicionamiento.
Text 23:
Mi querido señor, has dicho que la relación entre el rey y el súbdito, o entre el amo y el sirviente, no es eterna; pero aunque sea temporal, cuando una persona asume la posición de rey, tiene el deber de gobernar a sus súbditos y de castigar a los que desobedecen las leyes. Mediante ese castigo, enseña a los ciudadanos a obedecer las leyes del estado. Has dicho, además, que castigar a una persona que es sorda y muda es como masticar lo ya masticado o moler lo ya molido; es decir, con ello no se gana nada. Sin embargo, cuando alguien cumple con el deber propio de su ocupación como lo ordena el Señor Supremo, sus actividades pecaminosas sin duda alguna disminuyen. Por lo tanto, si se fuerza a una persona a que cumpla con su deber, esa persona se beneficia, pues de ese modo puede eliminar todas sus actividades pecaminosas.
Text 24:
Todo lo que has dicho parece contradecir la realidad. ¡Oh, tú, el mejor amigo de los afligidos!, al insultarte he cometido una gran ofensa. Estaba envanecido por el falso prestigio de tener un cuerpo de rey. Ese acto me ha convertido en un verdadero ofensor. Por eso te oro para que dejes caer sobre mí la misericordia sin causa de tu mirada. Si lo haces, podré liberarme de las actividades pecaminosas que he cometido al insultarte.
Text 25:
¡Oh, mi señor!, tú eres amigo de la Suprema Personalidad de Dios, que es el amigo de todas las entidades vivientes. Por lo tanto, eres ecuánime con todos y estás libre del concepto corporal. Yo he cometido una ofensa al insultarte, pero a pesar de todo se que a ti no te afectan mis insultos. Tú estás fijo en tu determinación, pero yo he cometido una ofensa. Debido a ello, aunque puede que sea tan fuerte como el Señor Śiva, voy a ser aniquilado inmediatamente por haber cometido una ofensa contra los pies de loto de un vaiṣṇava.