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Śrīmad-bhāgavatam 7.13.31

Texto

ādhyātmikādibhir duḥkhair
avimuktasya karhicit
martyasya kṛcchropanatair
arthaiḥ kāmaiḥ kriyeta kim

Palabra por palabra

ādhyātmika-ādibhiḥ — adhyātmika, adhidaivika y adhibhautika; duḥkhaiḥ — por las tres miserias de la vida material; avimuktasya — del que no está libre de esas condiciones de miseria (aquel que está sujeto al nacimiento, la muerte, la vejez y las enfermedades); karhicit — a veces; martyasya — de la entidad viviente que tiene que morir; kṛcchra-upanataiḥ — cosas obtenidas con grandes sufrimientos; arthaiḥ — incluso si se obtiene algún beneficio; kāmaiḥ — que puede satisfacer los deseos materiales de la persona; kriyeta — qué hacen; kim — y de qué vale esa felicidad.

Traducción

Las actividades materiales siempre están acompañadas de tres tipos de miserias: adhyātmika, adhidaivika yādhibhautika. Así pues, ¿de qué sirve el éxito que pueda obtenerse con esas actividades? Seguiremos sujetos al nacimiento, la muerte, la vejez, las enfermedades y las reacciones de las actividades fruitivas.

Significado

En el modo de vida materialista, el hombre pobre trabaja sin parar, pero, si al final de su vida ha logrado ciertos bienes materiales, se considera que su vida ha sido un éxito, aunque de nuevo va a morir sufriendo las tres miserias (adhyātmika, adhidaivika y adhibhautika). Nadie puede eludir esas tres miserias de la vida material, que son las miserias propias del cuerpo y de la mente, las miserias en forma de dificultades impuestas por la sociedad, la comunidad, la nación y las demás entidades vivientes, y las miserias causadas por las perturbaciones naturales, como los terremotos, el hambre, la sequía, las inundaciones, las epidemias, etc. Una persona trabaja arduamente, sufriendo debido a las tres miserias, ansiosa por ganar dinero; cuando al final alcanza su insignificante objetivo, ¿de qué le habrá servido? Además, ni siquiera el karmī que logre acumular muchas riquezas materiales podrá disfrutar de ellas, pues la muerte le dejará sin consuelo. Yo he visto personalmente a un hombre que, mientras agonizaba, pedía al médico que le prolongase la vida por cuatro años, para poder completar sus planes materiales. Por supuesto, el médico no pudo hacer nada por alargar la vida de aquel hombre, que murió completamente desconsolado. Esa muerte nos aguarda a todos; después, una vez que las leyes de la naturaleza hayan evaluado nuestra condición mental, recibiremos otra oportunidad de satisfacer los deseos en un cuerpo distinto. Los planes materiales para alcanzar la felicidad material no sirven de nada, pero, bajo el hechizo de la energía ilusoria, los consideramos extraordinariamente valiosos. Muchos han sido los políticos, reformadores sociales y filósofos que murieron en la condición más miserable, sin haber obtenido ningún beneficio concreto de sus planes materiales. Por lo tanto, un hombre juicioso y sensato nunca desea trabajar arduamente en el contexto de las tres miserias, sin otro resultado que morir en el mayor desconsuelo.