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Capítulo 53

Kṛṣṇa rapta a Rukmiṇī

Después de oír la declaración de Rukmiṇī, el Señor Kṛṣṇa se sintió muy complacido. Inmediatamente estrechó la mano del brāhmaṇa y le dijo: «Mi querido brāhmaṇa, estoy muy contento de oír que Rukmiṇī está ansiosa de casarse conmigo, puesto que Yo también estoy ansioso de obtener su mano. Mi mente siempre está absorta pensando en la hija de Bhīṣmaka, y algunas veces no puedo dormir de noche pues estoy pensando en ella. Yo entiendo que el matrimonio de Rukmiṇī con Śiśupāla ha sido dispuesto por su hermano mayor con un espíritu de animosidad hacia Mí; así que estoy determinado a darle una buena lección a todos esos príncipes. Así como el fuego es extraído y utilizado después de la manipulación de la madera ordinaria, de forma similar, después de encargarme de esos príncipes demoníacos, sacaré a Rukmiṇī, como el fuego, de entre ellos».

Kṛṣṇa, al ser informado de la fecha específica del matrimonio de Rukmiṇī, se puso ansioso por partir inmediatamente. Le pidió a Su auriga, Dāruka, que pusiera las guarniciones a los caballos de Su cuadriga y que se preparara para ir al reino de Vidarbha. El auriga, al oír esta orden, le trajo a Kṛṣṇa cuatro caballos especiales. Los nombres y descripciones de estos caballos se mencionan en El Padma Purāṇa: el primero Śaibya, era verdoso; el segundo, Sugrīva, era grisáceo como el hielo; el tercero, Meghapuṣpa, era del color de una nube nueva; y el último, Balāhaka, era de un color ceniciento. Cuando los caballos fueron enyuntados y la cuadriga estaba lista para partir, Kṛṣṇa ayudó al brāhmaṇa a subir y le dio un asiento a Su lado. Inmediatamente partieron de Dvārakā y en una noche llegaron a la provincia de Vidarbha. El reino de Dvārakā está situado en la parte occidental de la India, y Vidarbha está situado en la parte septentrional. Están separados por una distancia de no menos de mil seiscientos kilómetros, pero los caballos eran tan rápidos que llegaron a su destino, un pueblo llamado Kuṇḍina, en una noche, o a lo sumo, doce horas.

Al rey Bhīṣmaka no le entusiasmaba mucho entregarle su hija a Śiśupāla‚ pero estuvo obligado a aceptar dicho matrimonio debido al apego cariñoso que sentía por su hijo mayor, quien lo había dispuesto. Obligado por el deber, decoraba la ciudad para la ceremonia de matrimonio y actuaba con gran empeño para hacerla muy exitosa. Se roció agua a todo lo largo de las calles y se limpió muy bien la ciudad. Puesto que la India está situada en la zona tropical, la atmósfera siempre es árida. A causa de esto, el polvo siempre se acumula en las calles y en los caminos; así que deben rociarse con agua por lo menos una vez al día, y en las ciudades grandes como Calcuta, dos veces al día. Los caminos de Kuṇḍina estaban decorados con banderas coloreadas y festones, y los portones estaban construidos en cruces particulares. La ciudad entera estaba decorada muy hermosamente. Los habitantes realzaban la belleza de la ciudad, tanto los hombres como las mujeres, que estaban vestidos con telas lavadas y decorados con pasta de sándalo, collares de perlas y guirnaldas de flores. Se quemaba incienso en todas partes, y fragancias como el aguru aromatizaban el aire. Los sacerdotes y brāhmaṇas fueron suntuosamente alimentados, y de acuerdo con la ceremonia ritual, se les dio suficiente riquezas y vacas en caridad. De esta manera, se ocuparon en cantar los himnos védicos. La hija del Rey, Rukmiṇī, era exquisitamente hermosa. Era muy limpia y tenía dientes hermosos. La auspiciosa faja sagrada estaba atada en su muñeca. Se le dieron diversos tipos de joyas para que se las pusiera, y largas telas de seda para que cubriera las partes, superior e inferior de su cuerpo. Sacerdotes eruditos le dieron protección al cantar mantras del Sāma Veda, el Ṛg Veda y el Yajur Veda. Después de esto, cantaron mantras del Atharva Veda y ofrecieron oblaciones en el fuego para apaciguar a las conjunciones nefastas de diferentes estrellas.

El rey Bhīṣmaka era muy experto en su trato con los brāhmaṇas y sacerdotes cuando se llevaban a cabo tales ceremonias. Distinguió específicamente a los brāhmaṇas, al darles grandes cantidades de oro y plata, granos alimenticios mezclados con melaza, y vacas adornadas con ornamentos de oro. Damaghoṣa, el padre de Śiśupāla, llevó a cabo todo tipo de ejecuciones rituales para invocar la buena fortuna para su propia familia. El padre de Śiśupāla era conocido como Damaghoṣa a causa de su gran habilidad de abatir a los ciudadanos desobedientes. Dama significa someter, y ghoṣa significa famoso; así que era famoso por controlar a los ciudadanos. Damaghoṣa pensó que si Kṛṣṇa venía para perturbar la ceremonia de matrimonio, ciertamente lo abatiría con su poder militar. Por lo tanto, después de ejecutar las diversas ceremonias auspiciosas, Damaghoṣa reunió sus divisiones militares, conocidas como Madasrāvī. Llevó muchos elefantes, enguirnaldados con collares de oro, y muchas cuadrigas y caballos que estaban decorados de forma similar. Parecía que Damaghoṣa junto con su hijo y otros compañeros, iba a Kuṇḍina, sin olvidar completamente el matrimonio, pero principalmente con la intención de luchar.

Cuando el rey Bhīṣmaka supo que Damaghoṣa y su bando llegaban, abandonó la ciudad para recibirlos. Fuera del portón de la ciudad había muchos jardines en donde los invitados podían alojarse. En el sistema védico de matrimonio, el padre de la novia recibe a la gran comitiva del novio y los alberga en un lugar adecuado por dos o tres días hasta que fuere ejecutada la ceremonia de matrimonio. La comitiva dirigida por Damaghoṣa incluía miles de hombres, entre los cuales los reyes y personalidades prominentes eran Jarāsandha, Dantavakra, Vidūratha y Pauṇḍraka. Era un secreto conocido que Rukmiṇī estaba destinada para casarse con Kṛṣṇa pero que su hermano mayor, Rukmī, había dispuesto su matrimonio con Śiśupāla. También había un cuchicheo sobre un rumor de que Rukmiṇī le había enviado un mensajero a Kṛṣṇa; por lo tanto, los soldados sospechaban que Kṛṣṇa podría causar un disturbio tratando de raptar a Rukmiṇī. A pesar de que no estaban exentos de temor, todos estaban preparados para darle a Kṛṣṇa una buena lucha e impedir que se llevara a la muchacha. Śrī Balarāma recibió la noticia de que Kṛṣṇa había partido hacia Kuṇḍina acompañado solamente por un brāhmaṇa; también oyó que Śiśupāla estaba allí con un gran número de soldados. Sospechando que atacarían a Kṛṣṇa, Balarāma llevó fuertes divisiones militares de cuadrigas, infantería, caballos y elefantes y llegó a las inmediaciones de Kuṇḍina.

Mientras tanto, dentro del palacio, Rukmiṇī aguardaba a Kṛṣṇa, pero cuando ni Él ni el brāhmaṇa que llevó su mensaje aparecían, se llenó de ansiedad y comenzó a pensar cuán desafortunada era: «Solamente queda una noche entre hoy y el día de mi matrimonio, y todavía ni el brāhmaṇa ni Śyāmasundara han regresado. No puedo indagar la razón de ello». Con pocas esperanzas, pensó que Kṛṣṇa quizás había encontrado razones para estar insatisfecho y había rechazado su justa propuesta. Como resultado, puede que el brāhmaṇa se hubiera decepcionado y no regresaría. A pesar de que pensaba en las diversas causas que podían demorarlos, ella los aguardaba en todo momento.

Rukmiṇī pensaba además que los semidioses, tales como el Señor Brahmā, el Señor Śiva y la diosa Durgā, podrían estar disgustados. Por lo general, se dice que los semidioses se enojan cuando no han sido adorados apropiadamente. Por ejemplo, cuando Indra supo que los habitantes de Vṛndāvana no estaban adorándolo a él (porque Kṛṣṇa había detenido el Indra-yajña), se puso muy furioso y quiso castigarlos. Así, Rukmiṇī estaba pensando que debido a que no adoró mucho al Señor Śiva ni al Señor Brahmā, ellos podían haberse enojado y haber tratado de frustrar su plan. De forma similar, pensó que la diosa Durgā, la esposa del Señor Śiva, podía haber secundado a su esposo. Al Señor Śiva se le conoce como Rudra, y a su esposa se le conoce como Rudrāṇī. Rudrāṇī y Rudra se refieren a aquellos que están muy acostumbrados a poner a otros en una condición de angustia para que lloren por siempre. Rukmiṇī pensaba en la diosa Durgā como Girijā, la hija de las montañas Himalayas. Las montañas Himalayas son muy frías y duras, y ella pensó en la diosa Durgā como si tuviera un frío corazón de piedra. En su ansiedad por ver a Kṛṣṇa, Rukmiṇī, quien después de todo aún era una niña, pensó de esta manera de los diferentes semidioses. Las gopīs adoraron a la diosa Kātyāyanī para obtener a Kṛṣṇa como su esposo; de forma similar, Rukmiṇī pensaba en los diversos tipos de semidioses, no para obtener beneficio material, sino con respecto a Kṛṣṇa. Orarle a los semidioses para obtener la gracia de Kṛṣṇa no es algo extraño, y Rukmiṇī estaba plenamente absorta pensando en Kṛṣṇa.

Si bien ella se tranquilizó pensando que el plazo en que debía de llegar Govinda todavía no había expirado, Rukmiṇī sintió que se estaba aferrando a una esperanza incierta. Comenzó a derramar lágrimas, y cuando se hicieron más abundantes, cerró los ojos en actitud de desamparo. Mientras Rukmiṇī estaba absorta de tal modo, síntomas auspiciosos aparecieron en diferentes partes de su cuerpo. Su párpado izquierdo, sus brazos y muslos comenzaron a temblar. Cuando ocurren estremecimientos en estas partes del cuerpo, se trata de un signo auspicioso que indica que está por llegar algo provechoso.

Súbitamente, Rukmiṇī, llena de ansiedad, vio al brāhmaṇa mensajero. Kṛṣṇa, quien es la Superalma de todos los seres vivientes, pudo comprender la ansiedad de Rukmiṇī; por lo tanto, envió al brāhmaṇa dentro del palacio para hacerle saber que Él había llegado. Cuando Rukmiṇī vio al brāhmaṇa, pudo comprender la causa del temblor auspicioso de su cuerpo e inmediatamente se regocijó. Sonrió y le preguntó si Kṛṣṇa había llegado. El brāhmaṇa respondió que el hijo de la dinastía Yadu, Śrī Kṛṣṇa, había llegado; la animó aún más diciéndole que Kṛṣṇa había prometido llevársela sin falta. Rukmiṇī se regocijó tanto por el mensaje del brāhmaṇa, que quería darle en caridad todo lo que ella poseía. Sin embargo, por no encontrar nada apropiado para ofrendarle, simplemente le ofreció sus reverencias respetuosas. El significado de ofrecerle respetuosas reverencias a un superior, consiste en que el que ofrece las reverencias, está obligado a la persona respetada. En otras palabras, Rukmiṇī indicó que permanecería por siempre agradecida al brāhmaṇa. Todo aquel que obtiene la gracia de la diosa de la fortuna, como lo hizo este brāhmaṇa, sin ninguna duda siempre será feliz con abundancia material.

Cuando el rey Bhīṣmaka oyó que Kṛṣṇa y Balarāma habían venido, los invitó a ver la ceremonia de matrimonio de su hija. Inmediatamente dispuso todo para recibirlos, junto con Sus soldados, en una casa de jardín apropiada. Como era la costumbre védica, el Rey les ofreció a Kṛṣṇa y a Balarāma miel y telas nuevas y lavadas. Él era hospitalario no solamente con Kṛṣṇa, con Balarāma y con reyes tales como Jarāsandha, sino que también recibió a muchos otros reyes y príncipes de acuerdo con sus respectivas posesiones materiales, fuerza personal y edad. Movida por la curiosidad y el anhelo, la gente de Kuṇḍina se reunió ante Kṛṣṇa y Balarāma y comenzaron a beber el néctar de Su belleza. Con ojos llorosos, les ofrecieron sus callados respetos. Estaban muy complacidos, considerando al Señor Kṛṣṇa como el compañero adecuado para Rukmiṇī. Estaban tan deseosos de unir a Kṛṣṇa y a Rukmiṇī que comenzaron a orarle a la Personalidad de Dios: «Mi querido Señor, si hemos ejecutado algunas actividades piadosas con las cuales Te hayas sentido satisfecho, por favor sé misericordioso con nosotros y acepta la mano de Rukmiṇī». Parece que Rukmiṇī era una princesa muy popular, y todos los ciudadanos, por intenso amor por ella, oraron pidiendo su mejor fortuna. Mientras tanto, Rukmiṇī, estando muy bien vestida y protegida por guardaespaldas, salió del palacio para visitar el templo de Ambikā, la diosa Durgā.

La adoración de la Deidad que se encuentra en el templo ha existido desde el principio de la cultura védica. Hay una clase de hombres que se describe en el Bhagavad-gītā como los veda-vāda-ratāḥ; ellos solamente creen en las ceremonias rituales védicas, pero no en la adoración que se realiza en el templo. Tal gente tonta debe notar aquí, que a pesar de que este matrimonio de Kṛṣṇa y Rukmiṇī tuvo lugar hace más de cinco mil años, había disposiciones para la adoración dentro del templo. En el Bhagavad-gītā el Señor dice: yānti deva-vratā devān, «Los adoradores de los semidioses alcanzan las moradas de los semidioses». Había mucha gente que adoraba a los semidioses y muchos quienes directamente adoraban a la Suprema Personalidad de Dios. La adoración de los semidioses se dirigía principalmente al Señor Brahmā, al Señor Śiva, y al Señor Gaṇeśa, al dios del Sol y a la diosa Durgā. El Señor Śiva y la diosa Durgā eran adorados aun por las familias reales; otros semidioses menores eran adorados por gente tonta e inferior. En lo que respecta a los brāhmaṇas y vaiṣṇavas, ellos adoran únicamente al Señor Viṣṇu, la Suprema Personalidad de Dios. En el Bhagavad-gītā se condena la adoración de los semidioses, pero no está prohibida; allí claramente se afirma que la clase de hombres poco inteligentes adora a los diversos semidioses para obtener beneficios materiales. Por otro lado, a pesar de que Rukmiṇī era la diosa de la fortuna, ella fue al templo de la diosa Durgā porque la deidad de la familia se adoraba allí. En el Śrīmad-Bhāgavatam se afirma que mientras Rukmiṇī se dirigía al templo de la diosa Durgā, dentro de su corazón siempre pensaba en los pies de loto de Kṛṣṇa. Por lo tanto, cuando Rukmiṇī fue al templo, no fue con la intención que tendría una persona ordinaria, que va a mendigar por beneficios materiales; su único objetivo era Kṛṣṇa. 
Cuando la gente va al templo de un semidiós, el objetivo en realidad es Kṛṣṇa, debido a que es Él quien apodera al semidiós para proveer beneficios materiales.

Mientras Rukmiṇī marchaba hacia el templo, estaba muy callada y seria, su madre y su amiga estaban a su lado, y la esposa de un brāhmaṇa estaba en el centro; rodeándola estaban los guardaespaldas reales. (Esa costumbre de que una futura desposada fuera al templo de un semidiós aún se practica en la India). Mientras continuaba la procesión, se oyeron diversos sonidos musicales. Tambores, caracolas y cornetas de diferentes tamaños tales como paṇavas, tūryas y bherīs se unieron para hacer un sonido que no solamente era auspicioso sino muy dulce de oír. Miles de esposas de brāhmaṇas respetables se encontraban presentes. Estas mujeres estaban todas muy bien vestidas con ornamentos adecuados. Le obsequiaron a Rukmiṇī guirnaldas de flores, pasta de sándalo y una variedad de prendas de vestir de vivos colores para prestarle ayuda en la adoración al Señor Śiva y a la diosa Durgā. Algunas de estas damas eran muy viejas y sabían perfectamente bien cómo cantarle oraciones a la diosa Durgā y al Señor Śiva; así, seguidas por Rukmiṇī y por otras, ellas dirigieron estas oraciones ante la deidad.

Rukmiṇī ofreció sus oraciones a la deidad diciendo: «Mi querida diosa Durgā, te ofrezco mis respetuosas reverencias, así como también a tus hijos». La diosa Durgā tiene cuatro hijos famosos; dos hijas —la diosa de la fortuna, Lakṣmī y la diosa del conocimiento, Sarasvatī— y dos hijos famosos, el Señor Gaṇeśa y el Señor Kārttikeya. A todos se les considera como semidioses y diosas. Puesto que a la diosa Durgā siempre se le adora junto con sus hijos famosos, Rukmiṇī específicamente le ofreció sus respetuosas reverencias a la deidad de esta manera; sin embargo, sus oraciones fueron diferentes. La gente ordinaria le reza a la diosa Durgā para obtener bienes materiales: riqueza, fama, ganancia, fuerza, etc. Rukmiṇī, sin embargo, deseó tener a Kṛṣṇa como su esposo, y por lo tanto le oró a la deidad para que se complaciera con ella y la bendijera. Puesto que solamente deseaba a Kṛṣṇa, no se condena su adoración a los semidioses. Mientras Rukmiṇī oraba, una variedad de artículos fueron ofrecidos ante la deidad, entre los cuales los principales fueron agua, diferentes tipos de llamas, incienso, prendas de vestir, guirnaldas y varios alimentos preparados con mantequilla clarificada, tales como pūrīs y kaucarīs. También se ofrecieron frutas, caña de azúcar, nueces de betel y especias. Con gran devoción, Rukmiṇī se los ofreció a la deidad de acuerdo con los principios regulativos dirigidos por las damas brāhmaṇas ancianas. Después de esta ceremonia ritual, las damas le ofrecieron los remanentes de los alimentos a Rukmiṇī como prasāda, el cual aceptó con gran respeto. Luego Rukmiṇī ofreció sus reverencias a las damas y a la diosa Durgā. Después de que terminó la adoración de la deidad, Rukmiṇī asió la mano de una de sus amigas y abandonó el templo, acompañada por los demás.

Todos los príncipes y visitantes que fueron a Kuṇḍina para el matrimonio estaban reunidos afuera del templo para ver a Rukmiṇī. Los príncipes especialmente estaban muy ansiosos por verla porque todos en realidad pensaron que tendrían a Rukmiṇī como su esposa. Pasmados de asombro al ver a Rukmiṇī, pensaron que estaba especialmente hecha por el Creador para confundir a todos los príncipes grandes y caballerescos. Su cuerpo estaba bien formado, siendo delgada en la parte media de él. Tenía ojos verdes, labios rosados, y una hermosa cara que estaba realzada por su cabello esparcido y por diferentes clases de zarcillos. Alrededor de sus pies, usaba medallones enjoyados. El brillo corporal y la belleza de Rukmiṇī parecían como si fueran pintados por un pintor que presentara perfectamente la belleza, según la descripción de los grandes poetas. El pecho de Rukmiṇī se describe como un poco alto, indicando que solamente era una joven de no más de trece o catorce años. Su belleza específicamente estaba destinada para atraer la atención de Kṛṣṇa. A pesar de que los príncipes contemplaban fijamente sus rasgos hermosos, ella no estaba orgullosa en absoluto. Sus ojos se movían inquietamente, y cuando sonreía muy sencillamente, como una niña inocente, sus dientes parecían tal como las flores de loto. Contando con que Kṛṣṇa se la llevaría de un momento a otro, caminaba muy lentamente hacia su hogar. Sus piernas se movían como las de un cisne adulto, y sus campanillas tobilleras tintineaban muy dulcemente.

Como ya se explicó, los grandes príncipes caballerescos que se reunieron allí estaban tan sobrecogidos por la belleza de Rukmiṇī que casi quedaron inconscientes. Llenos de lujuria, desearon desesperadamente la mano de Rukmiṇī, comparando su propia belleza con la de ella. Sin embargo, Śrīmatī Rukmiṇī no estaba interesada en ninguno de ellos; en su corazón simplemente esperaba que Kṛṣṇa viniera y se la llevara. Mientras estaba ajustando los adornos del dedo de su mano izquierda, vio casualmente a los príncipes y de repente vio que Kṛṣṇa estaba presente entre ellos. A pesar de que Rukmiṇī nunca había visto a Kṛṣṇa, pensaba siempre en Él; de esta manera, no tuvo dificultad en reconocerlo entre los miembros de la orden principesca. Kṛṣṇa, sin preocuparse por los demás príncipes, inmediatamente aprovechó la oportunidad de colocar a Rukmiṇī en Su cuadriga, marcada con una bandera que llevaba una imagen de Garuḍa. Entonces prosiguió lentamente, sin temor, llevándose a Rukmiṇī de la misma forma en que el león se lleva al venado de entre los chacales. Mientras tanto, Balarāma apareció en la escena con los soldados de la dinastía Yadu.

Jarāsandha, que había experimentado la derrota muchas veces a manos de Kṛṣṇa, comenzó a rugir: «¿Cómo es esto? ¡Kṛṣṇa se está llevando a Rukmiṇī lejos de nosotros sin ninguna oposición! ¿De qué sirve que seamos luchadores caballerescos con flechas? Mis queridos príncipes, ¡tan solo vean! Estamos perdiendo nuestra reputación por esta acción. Es tal como un chacal que se lleva el botín de un león».

Así termina el significado de Bhaktivedanta del capítulo quincuagésimo tercero del libro Kṛṣṇa, titulado: «Kṛṣṇa rapta a Rukmiṇī».