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Introducción

oṁ ajñāna-timirāndhasya
jñānāñjana-śalākayā
cakṣur unmīlitaṁ yena
tasmai śrī-gurave namaḥ
śrī-caitanya-mano-’bhīṣṭaṁ
sthāpitaṁ yena bhū-tale
svayaṁ rūpaḥ kadā mahyaṁ
dadāti sva-padāntikam

Yo nací en la más oscura ignorancia, y mi maestro espiritual me abrió los ojos con la antorcha del conocimiento. A él le ofrezco mis respetuosas reverencias.

¿Cuándo me pondrá al resguardo de sus pies de loto Śrīla Rūpa Gosvāmī Prabhupāda, quien estableció en este mundo material la misión de cumplir el deseo del Señor Caitanya?

vande ’haṁ śrī-guroḥ śrī-yuta-pada-
kamalaṁ śrī-gurūn vaiṣṇavāṁś ca
śrī-rūpaṁ sāgrajātaṁ saha-gaṇa-
raghunāthānvitaṁ taṁ sa-jīvam
sādvaitaṁ sāvadhūtaṁ parijana-
sahitaṁ kṛṣṇa-caitanya-devaṁ
śrī-rādhā-kṛṣṇa-pādān saha-gaṇa-
lalitā-śrī-viśākhānvitāṁś ca

Ofrezco mis respetuosas reverencias a los pies de loto de mi maestro espiritual y a los pies de todos los vaiṣṇavas. Ofrezco mis respetuosas reverencias a los pies de loto de Śrīla Rūpa Gosvāmī y de su hermano mayor, Sanātana Gosvāmī, así como también de Raghunātha Dāsa, Raghunātha Bhaṭṭa, Gopāla Bhaṭṭa y Śrīla Jīva Gosvāmī. Les ofrezco mis respetuosas reverencias al Señor Kṛṣṇa Caitanya y al Señor Nityānanada, así como a Advaita Ācārya, Gadādhara, Śrīvāsa y demás asociados. Les ofrezco mis respetuosas reverencias a Śrīmati Rādhārāṇī y a Śrī Kṛṣṇa, así como a Sus asociadas Śrī Lalitā y Viśākhā.

he kṛṣṇa karuṇā-sindho
dīna-bandho jagat-pate
gopeśa gopikā-kānta
rādhā-kānta namo ’stu te

¡Oh, mi querido Kṛṣṇa!, Tú eres el amigo de los afligidos y la fuente de la creación. Tú eres el amo de las gopīs y el amante de Rādhārāṇī. A Ti Te ofrezco mis respetuosas reverencias.

tapta-kāñcana-gaurāṅgi
rādhe vṛndāvaneśvari
vṛṣabhānu-sute devi
praṇamāmi hari-priye

Le ofrezco mis respetos a Rādhārāṇī, cuya tez es como el oro fundido y quien es la reina de Vṛndāvana. Tú eres la hija del rey Vṛṣabhānu, y eres muy querida por el Señor Kṛṣṇa.

vāñchā-kalpa-tarubhyaś ca
kṛpā-sindhubhya eva ca
patitānāṁ pāvanebhyo
vaiṣṇavebhyo namo namaḥ

Les ofrezco mis respetuosas reverencias a todos los devotos vaiṣṇavas del Señor. Ellos pueden complacer los deseos de todos, tal como árboles de los deseos, y están llenos de compasión por las almas caídas.

śrī-kṛṣṇa-caitanya prabhu-nityānanda
śrī-advaita gadādhara śrīvāsādi-gaura-bhakta-vṛnda

Les ofrezco mis reverencias a Śrī Kṛṣṇa Caitanya, Prabhu Nityānanda, Śrī Advaita, Gadādhara, Śrīvāsa, y a todos los demás que forman parte de la línea devocional.

hare kṛṣṇa hare kṛṣṇa kṛṣṇa kṛṣṇa hare hare
hare rāma hare rāma rāma rāma hare hare

El Bhagavad-gītā se conoce también con el nombre del Gītopaniṣad. Esta obra es la esencia del conocimiento védico y uno de los Upaniṣads más importantes de la literatura védica. Desde luego, existen muchas traducciones del Bhagavad-gītā con comentarios, y uno podría cuestionar la necesidad de otra. Esta presente edición se puede explicar de la siguiente manera. Hace poco, una señora norteamericana me pidió que le recomendara una traducción inglesa del Bhagavad-gītā. En Norteamérica hay, por supuesto, muchas ediciones del Bhagavad-gītā disponibles en inglés, pero de ninguna de las que he visto —no solo en Norteamérica, sino también en la India— se puede decir con propiedad que sea autoritativa, porque prácticamente en todas y cada una de ellas el comentarista ha expresado sus propias opiniones, sin tocar el espíritu del Bhagavad-gītā tal como es.

El espíritu del Bhagavad-gītā se menciona en el propio Bhagavad-gītā. Es como si, por ejemplo, quisiéramos tomar cierta medicina. Tendríamos, entonces, que seguir las indicaciones de la etiqueta. No podemos tomarnos la medicina según nuestros propios caprichos o según las indicaciones de algún amigo. La medicina se debe tomar siguiendo las indicaciones de la etiqueta o las indicaciones de un médico. De modo similar, el Bhagavad-gītā debe tomarse o aceptarse tal como el propio orador lo indica. El orador del Bhagavad-gītā es el Señor Śrī Kṛṣṇa. A Él se lo menciona en cada página del Bhagavad-gītā como la Suprema Personalidad de Dios, Bhagavān. Claro que, la palabra bhagavān se refiere a veces a cualquier persona o semidiós que sea poderoso, e, indudablemente, la palabra bhagavān designa aquí al Señor Śrī Kṛṣṇa como una gran personalidad, pero al mismo tiempo hemos de saber que el Señor Śrī Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios, como lo confirman todos los grandes ācāryas (maestros espirituales), tales como Śaṅkarācārya, Rāmānujācārya, Madhvācārya, Nimbārka Svāmī, Śrī Caitanya Mahāprabhu, y muchas otras autoridades de la India en el conocimiento védico. En el Bhagavad-gītā, el mismo Señor establece también que Él es la Suprema Personalidad de Dios, y la Brahma-saṁhitā y todos los Purāṇas lo aceptan como tal, especialmente el Śrīmad-Bhāgavatam, conocido como el Bhāgavata Purāṇa (kṛṣṇas tu bhagavān svayam). Por consiguiente, debemos tomar el Bhagavad-gītā tal como lo indica la propia Personalidad de Dios. En el capítulo cuatro del Gītā (4.1–3), el Señor dice:

imaṁ vivasvate yogaṁ
proktavān aham avyayam
vivasvān manave prāha
manur ikṣvākave ’bravīt
evaṁ paramparā-prāptam
imaṁ rājarṣayo viduḥ
sa kāleneha mahatā
yogo naṣṭaḥ paran-tapa
sa evāyaṁ mayā te ’dya
yogaḥ proktaḥ purātanaḥ
bhakto ’si me sakhā ceti
rahasyaṁ hy etad uttamam

Aquí, el Señor le informa a Arjuna que este sistema de yoga, el Bhagavad-gītā, primero le fue expuesto al dios del Sol, este se lo explicó a Manu, Manu se lo explicó a Ikṣvāku, y de ese modo, por sucesión discipular y de un orador a otro, ese sistema de yoga fue descendiendo. Pero, con el transcurso del tiempo, el sistema se perdió. En consecuencia, el Señor tiene que exponerlo de nuevo, esta vez a Arjuna en el campo de batalla de Kurukṣetra.

Él le dice a Arjuna que le está refiriendo este secreto supremo por Arjuna ser Su devoto y amigo. Esto significa que el Bhagavad-gītā es un tratado que está dirigido especialmente al devoto del Señor. Hay tres clases de trascendentalistas, a saber, el jñānī, el yogī y el bhakta, o, el impersonalista, el meditador y el devoto. Aquí, el Señor le dice a Arjuna claramente que lo está convirtiendo en el primer receptor de un nuevo paramparā (sucesión discipular), porque la antigua sucesión se había roto. Era, pues, el deseo del Señor establecer otro paramparā que siguiera la misma línea de pensamiento que descendía del dios del Sol a otros, y era Su deseo también que Arjuna distribuyera de nuevo Sus enseñanzas. Él quería que Arjuna se volviera la autoridad en la manera de entender el Bhagavad-gītā. Así pues, vemos que el Bhagavad-gītā se le instruyó a Arjuna especialmente por él ser un devoto del Señor, un alumno directo de Kṛṣṇa y un amigo íntimo de Él. Por lo tanto, quien mejor entiende el Bhagavad-gītā es la persona que tenga cualidades similares a las de Arjuna. Es decir, dicha persona debe ser un devoto que tenga una relación directa con el Señor. En cuanto uno se vuelve devoto del Señor, tiene también una relación directa con Él. Este es un tema muy complejo, pero, en pocas palabras, puede decirse que un devoto tiene una relación con la Suprema Personalidad de Dios de una de estas cinco diferentes maneras:

1. Se puede ser devoto en un estado pasivo.

2. Se puede ser devoto en un estado activo.

3. Se puede ser devoto como amigo.

4. Se puede ser devoto como padre o madre.

5. Se puede ser devoto como amante conyugal.

Arjuna tenía con el Señor una relación de amigo. Desde luego, hay un abismo entre esta amistad y aquella que encontramos en el mundo material. La primera es una amistad trascendental que no todos pueden tener. Claro que todo el mundo tiene una relación específica con el Señor, y esa relación se evoca mediante el perfeccionamiento del servicio devocional. Pero nosotros, en la condición actual de nuestra vida, no solo hemos olvidado al Señor Supremo, sino que también hemos olvidado la relación eterna que tenemos con Él. Cada uno de los muchos y muchos billones y trillones de seres vivientes que existen, tiene eternamente una relación específica con el Señor. Eso se denomina svarūpa. Mediante el proceso del servicio devocional uno puede revivir ese svarūpa, y esa etapa se denomina svarūpa-siddhi —la perfección de la posición constitucional de uno—. De modo que, Arjuna era un devoto, y estaba en contacto con el Señor Supremo a través de la amistad.

Debe notarse la manera en que Arjuna aceptó este Bhagavad-gītā. Ello se indica en el capítulo diez (10.12–14):

arjuna uvāca
paraṁ brahma paraṁ dhāma
pavitraṁ paramaṁ bhavān
puruṣaṁ śāśvataṁ divyam
ādi-devam ajaṁ vibhum
āhus tvām ṛṣayaḥ sarve
devarṣir nāradas tathā
asito devalo vyāsaḥ
svayaṁ caiva bravīṣi me
sarvam etad ṛtaṁ manye
yan māṁ vadasi keśava
na hi te bhagavan vyaktiṁ
vidur devā na dānavāḥ

«Arjuna dijo: Tú eres la Suprema Personalidad de Dios, la morada suprema, lo más puro que existe, la Verdad Absoluta. Tú eres la persona original, trascendental y eterna, el innaciente, el más grande de todos. Todos los grandes sabios, tales como Nārada, Asita, Devala y Vyāsa, confirman esta verdad acerca de Ti, y ahora Tú mismo me lo estás expresando. ¡Oh, Kṛṣṇa!, yo acepto totalmente como cierto todo lo que me has dicho. Ni los semidioses ni los demonios, ¡oh, Señor!, pueden entender Tu personalidad».

Después de oír a la Suprema Personalidad de Dios exponer el Bhagavad-gītā, Arjuna aceptó a Kṛṣṇa como paraṁ brahma, el Brahman Supremo. Todo ser viviente es Brahman, pero el ser viviente supremo, o la Suprema Personalidad de Dios, es el Brahman Supremo. Paraṁ dhāma significa que Él es el reposo o morada de todo; pavitram significa que Él es puro, que no lo toca la contaminación material; puruṣam significa que Él es el disfrutador supremo; śāśvatam, original; divyam, trascendental; ādi-devam, la Suprema Personalidad de Dios; ajam, el innaciente; y vibhum, el más grande de todos.

Ahora bien, se pudiera pensar que como Kṛṣṇa era el amigo de Arjuna, este último le estaba diciendo todo eso a modo de adulación; pero Arjuna, tan solo para eliminar esa clase de dudas de la mente de los lectores del Bhagavad-gītā, respalda esas alabanzas en el siguiente verso, cuando dice que no solo él acepta a Kṛṣṇa como la Suprema Personalidad de Dios, sino también autoridades tales como Nārada, Asita, Devala y Vyāsadeva. Estas son grandes personalidades que distribuyen el conocimiento védico tal como lo aceptan todos los ācāryas. Por lo tanto, Arjuna le dice a Kṛṣṇa que acepta como completamente perfecto todo lo que Kṛṣṇa dice. Sarvam etad ṛtaṁ manye: «Acepto como cierto todo lo que dices». Arjuna también dice que la personalidad del Señor es muy difícil de entender, y que ni siquiera los grandes semidioses pueden conocerlo. Esto significa que ni siquiera personalidades superiores a los seres humanos pueden conocer al Señor. Entonces, ¿cómo puede un ser humano entender a Śrī Kṛṣṇa sin convertirse en devoto de Él?

Por consiguiente, el Bhagavad-gītā debe recibirse con un espíritu de devoción. Uno no debe creerse igual a Kṛṣṇa, ni creer que Kṛṣṇa es una personalidad ordinaria, o, ni siquiera, que es una personalidad muy destacada. El Señor Śrī Kṛṣṇa es la Suprema Personalidad de Dios. Así que, según los postulados del Bhagavad-gītā o los postulados de Arjuna, que es la persona que está tratando de entender el Bhagavad-gītā, aunque sea teóricamente debemos aceptar a Śrī Kṛṣṇa como la Suprema Personalidad de Dios, y con ese espíritu sumiso podremos entender el Bhagavad-gītā. A menos que uno lea el Bhagavad-gītā con un espíritu sumiso, es muy difícil entenderlo, ya que constituye un gran misterio.

Y, ¿qué es en sí el Bhagavad-gītā? El Bhagavad-gītā tiene el propósito de liberar a la humanidad de la nesciencia de la existencia material. Todos los hombres se hallan en dificultades de muchísimas maneras, tal como Arjuna también se hallaba en dificultades por el hecho de tener que librar la batalla de Kurukṣetra. Arjuna se entregó a Śrī Kṛṣṇa, y como consecuencia de ello se expuso este Bhagavad-gītā. No solo Arjuna: cada uno de nosotros está lleno de ansiedades a causa de esta existencia material. Nuestra misma existencia se encuentra en la atmósfera de la no existencia. En realidad, que la no existencia nos amenace no es propio de nuestra naturaleza. Nuestra existencia es eterna. Pero de una forma u otra se nos pone en el seno de lo asat. Asat se refiere a aquello que no existe.

De entre muchísimos seres humanos que están sufriendo, hay unos cuantos que de hecho indagan acerca de su posición y que se preguntan quiénes son, por qué se los pone en esta situación difícil, etc. A uno no se lo puede considerar que es un ser humano perfecto, a menos de que despierte y llegue a esa posición de hacerse preguntas acerca de su sufrimiento, a menos que se dé cuenta de que no quiere sufrir, sino que, por el contrario, quiere buscarles una solución a todos los sufrimientos. Lo humano empieza cuando esta clase de indagación se despierta en la mente de uno. En el Brahma-sūtra, esa indagación se denomina brahma-jijñāsā. Athātho brahma-jijñāsā. Todas las actividades del ser humano deben considerarse un fracaso, a menos que este indague cuál es la naturaleza del Absoluto. Por lo tanto, aquellos que comienzan a preguntarse por qué están sufriendo o de dónde vienen y a dónde irán después de morir, son estudiantes idóneos del Bhagavad-gītā que pueden entenderlo. El estudiante sincero también debe tener un firme respeto por la Suprema Personalidad de Dios. Arjuna era un estudiante de esa índole.

El Señor Kṛṣṇa desciende específicamente para restablecer el verdadero propósito de la vida, cuando el hombre olvida ese propósito. Incluso entonces, de entre muchísimos seres humanos que despiertan, puede que haya uno que verdaderamente adopte el espíritu de entender su posición, y para él se habla este Bhagavad-gītā. En verdad, a todos nos ha tragado el tigre de la nesciencia, pero el Señor es muy misericordioso con las entidades vivientes, en especial con los seres humanos. Con ese fin habló el Bhagavad-gītā, convirtiendo en Su alumno a Su amigo Arjuna.

Siendo un asociado del Señor Kṛṣṇa, Arjuna estaba por encima de toda ignorancia, pero a él se lo sumió en la ignorancia en el campo de batalla de Kurukṣetra, tan solo para que le hiciera preguntas al Señor Kṛṣṇa acerca de los problemas de la vida, de manera que el Señor pudiera explicarlos para beneficio de las generaciones futuras de seres humanos y trazar así el plan de la vida. El hombre podría entonces actuar de conformidad con ello y perfeccionar la misión de la vida humana.

La materia de que trata el Bhagavad-gītā entraña la comprensión de cinco verdades básicas. En primer lugar, se explica la ciencia de Dios, y luego, la posición constitucional de las entidades vivientes, las jīvas. Existe el īśvara, que significa el controlador, y existen las jīvas, las entidades vivientes a quienes se controla. Si una entidad viviente dice que a ella no la controlan, sino que es libre, entonces está demente. El ser viviente está controlado en todo aspecto, al menos en su vida condicionada. Así que la materia que se estudia en el Bhagavad-gītā trata del īśvara, el supremo controlador, y las jīvas, las entidades vivientes controladas. También se discuten prakṛti (la naturaleza material), el tiempo (la duración de la existencia de todo el universo o de la manifestación de la naturaleza material) y karma (la actividad). La manifestación cósmica está llena de diferentes actividades. Todas las entidades vivientes están dedicadas a diferentes actividades. Con el Bhagavad-gītā debemos aprender qué es Dios, qué son las entidades vivientes, qué es prakṛti, qué es la manifestación cósmica, cómo el tiempo la controla y cuáles son las actividades de las entidades vivientes.

De estos cinco temas básicos, en el Bhagavad-gītā se establece que la Divinidad Suprema, o Kṛṣṇa, o Brahman, o el supremo controlador, o Paramātmā —se puede emplear el nombre que se desee—, es el más importante de todos. Los seres vivientes son semejantes al controlador supremo desde el punto de vista cualitativo. Por ejemplo, el Señor tiene el control de los asuntos universales de la naturaleza material, como se explicará en los capítulos finales del Bhagavad-gītā. La naturaleza material no es independiente. Ella actúa bajo la dirección del Señor Supremo. Como dice el Señor Kṛṣṇa: mayādhyakṣeṇa prākṛtiḥ sūyate sa-carācaram, «Esta naturaleza material está actuando bajo mi dirección». Cuando vemos que en la naturaleza cósmica ocurren cosas maravillosas, hemos de saber que tras esa manifestación cósmica hay un controlador. Nada podría manifestarse sin estar controlado. Es pueril no tener en cuenta al controlador. Por ejemplo, un niño puede que piense que el automóvil es algo muy maravilloso, por ser capaz de desplazarse sin ser tirado por un caballo u otro animal, pero un hombre cuerdo conoce la naturaleza del funcionamiento mecánico del automóvil. Él siempre sabe que tras la maquinaria hay un hombre, un conductor. De modo similar, el Señor Supremo es el conductor bajo cuya dirección todo está funcionando. Ahora bien, como notaremos en los capítulos finales, el Señor ha aceptado que las jīvas, o las entidades vivientes, son Sus partes integrales. Una partícula de oro también es oro, una gota de agua del océano también es salada, y, de igual manera, nosotros, las entidades vivientes, siendo parte integral del supremo controlador, īśvara, o Bhagavān, el Señor Kṛṣṇa, tenemos todas las cualidades del Señor Supremo en una diminuta cantidad, porque somos īśvaras diminutos, īśvaras subordinados. Nosotros estamos tratando de controlar la naturaleza, tal como actualmente estamos tratando de controlar el espacio o los planetas, y esa tendencia a controlar existe porque se halla en Kṛṣṇa. Pero aunque tenemos la tendencia a enseñorearnos de la naturaleza material, debemos saber que no somos el controlador supremo. Ello se explica en el Bhagavad-gītā.

¿Qué es la naturaleza material? Eso también se explica en el Gītā, diciendo que es prakṛti inferior, naturaleza inferior. A la entidad viviente se la explica como la prakṛti superior. Ya sea superior o inferior, prakṛti siempre se halla bajo control. Prakṛti es femenina, y el Señor la controla tal como el esposo controla las actividades de la esposa. Prakṛti siempre está subordinada, predominada por el Señor, quien es el predominador. Tanto las entidades vivientes como la naturaleza material están predominadas, controladas, por el Señor Supremo. De acuerdo con el Gītā, aunque las entidades vivientes son partes integrales del Señor Supremo, se las debe considerar prakṛti. Eso se menciona claramente en el capítulo siete del Bhagavad-gītā. Apareyam itas tv anyāṁ prakṛtiṁ viddhi me parāṁ/ jīva-bhūtām: «Esta naturaleza material es Mi prakṛti inferior, pero más allá de ella hay otra prakṛti: jīva-bhūtām, la entidad viviente».

La propia naturaleza material está constituida por tres cualidades: la modalidad de la bondad, la modalidad de la pasión y la modalidad de la ignorancia. Por encima de estas modalidades se halla el tiempo eterno, y mediante una combinación de esas modalidades de la naturaleza, y bajo el control y la supervisión del tiempo eterno, aparecen las actividades, las cuales se denominan karma. Estas actividades se están realizando desde tiempo inmemorial, y nosotros estamos sufriendo o disfrutando de los frutos de nuestras actividades. Por ejemplo, supóngase que yo soy un hombre de negocios que ha trabajado muy duro y con inteligencia, y que ha amasado una gran fortuna. Entonces, soy un disfrutador. Pero, supóngase que luego pierdo todo mi dinero en los negocios. Entonces, me embarga el sufrimiento. De la misma manera, en cada aspecto de la vida disfrutamos de los resultados de nuestro trabajo o sufrimos con los resultados de él. Eso se denomina karma.

En el Bhagavad-gītā se explican todos esos temas: īśvara (el Señor Supremo), jīva (la entidad viviente), prakṛti (la naturaleza), kāla (el tiempo eterno) y karma (la actividad). De estos cinco, el Señor, las entidades vivientes, la naturaleza material y el tiempo son eternos. La manifestación de prakṛti puede que sea temporal, pero no es falsa. Algunos filósofos dicen que la manifestación de la naturaleza material es falsa, pero, según la filosofía del Bhagavad-gītā o según la filosofía de los vaiṣṇavas, no es así. La manifestación del mundo no se acepta como falsa; se acepta como real, pero temporal. Se dice que se asemeja a una nube que se desplaza por el cielo, o a la llegada de la estación lluviosa que nutre los granos. En cuanto la estación lluviosa se acaba y la nube desaparece, se secan todos los cultivos que la lluvia nutría. De la misma manera, esta manifestación material aparece en un cierto momento, permanece por un tiempo y luego desaparece. Así es el funcionamiento de prakṛti. Pero ese ciclo existe eternamente. Por lo tanto, prakṛti es eterna; no es falsa. El Señor se refiere a ella como «Mi prakṛti». Esta naturaleza material es la energía separada del Señor Supremo, y, de igual manera, las entidades vivientes también son la energía del Señor Supremo, aunque no están separadas, sino, más bien, relacionadas eternamente. Así que, el Señor, la entidad viviente, la naturaleza material y el tiempo están todos interrelacionados y son todos eternos. Sin embargo, el otro factor, karma, no es eterno. Los efectos del karma puede que sean de hecho muy antiguos. Estamos padeciendo o disfrutando de los resultados de nuestras actividades desde tiempos inmemoriales, pero podemos cambiar los resultados de nuestro karma, o actividad, y ese cambio depende del perfeccionamiento de nuestro conocimiento. Estamos dedicados a diversas actividades, e, indudablemente, no sabemos qué clase de actividades deberíamos adoptar para lograr liberarnos de las acciones y reacciones de todas ellas, pero esto también se explica en el Bhagavad-gītā.

La posición de īśvara, el Señor Supremo, es la de ser la conciencia suprema. Las jīvas, o las entidades vivientes, siendo partes integrales del Señor Supremo, también están conscientes. Tanto a la entidad viviente como a la naturaleza material se las explica como prakṛti, energía del Señor Supremo, pero una de las dos, la jīva, está consciente; la otra prakṛti no lo está . He ahí la diferencia. Por consiguiente, la jīva-prakṛti se denomina superior, debido a que la jīva tiene una conciencia que es similar a la del Señor. Sin embargo, la del Señor es la conciencia suprema, y uno no debe creer que la jīva, la entidad viviente, también es supremamente consciente. El ser viviente no puede ser supremamente consciente en ninguna etapa de su perfeccionamiento, y la teoría de que puede serlo es una teoría engañosa. Consciente sí puede ser, pero no perfecta o supremamente consciente.

La diferencia que hay entre la jīva y el īśvara se explicará en el capítulo trece del Bhagavad-gītā. El Señor es kṣetra-jña, está consciente, tal como lo está el ser viviente, pero el ser viviente está consciente de su cuerpo en particular, mientras que el Señor está consciente de todos los cuerpos. Como Él vive en el corazón de todo ser viviente, está consciente de los movimientos psíquicos de cada jīva en particular. No debemos olvidar esto. También se explica que el Paramātmā, la Suprema Personalidad de Dios, vive en el corazón de todos como īśvara, como el controlador, y que le da indicaciones a la entidad viviente para que actúe como lo desee. La entidad viviente se olvida de lo que hay que hacer. Primero decide actuar de una cierta manera, y luego se enreda en las acciones y reacciones de su propio karma. Después de abandonar un tipo de cuerpo, entra en otro tipo de cuerpo, tal como uno se pone y se quita la ropa. Mientras el alma transmigra de ese modo, sufre las acciones y reacciones de sus actividades pasadas. Esas actividades pueden cambiarse cuando el ser viviente se halla bajo el control de la modalidad de la bondad, cuando está cuerdo y entiende qué clase de actividades debe adoptar. Si así lo hace, se puede entonces hacer que cambien todas las acciones y reacciones de sus actividades pasadas. En consecuencia, el karma no es eterno. Por lo tanto, dijimos que de los cinco factores (īśvara, jīva, prakṛti, el tiempo y el karma), cuatro son eternos, mientras que el karma no lo es.

El supremo īśvara consciente es semejante a la entidad viviente en esto: tanto la conciencia del Señor como la de la entidad viviente son trascendentales. La conciencia no la genera la asociación con la materia. Esa es una idea equivocada. En el Bhagavad-gītā no se acepta la teoría de que la conciencia se desarrolla bajo ciertas circunstancias producto de la combinación material. La cobertura de las circunstancias materiales puede hacer que la conciencia se refleje de un modo desvirtuado, de la misma manera en que la luz que se refleja a través de un vidrio teñido puede que parezca ser de un cierto color; pero a la conciencia del Señor no la afecta lo material. El Señor Kṛṣṇa dice: mayādhyakṣeṇa prakṛtiḥ. Cuando Él desciende al universo material, Su conciencia no es afectada por lo material. Si ello lo afectara, Él no sería apto para hablar de asuntos trascendentales, tal como lo hace en el Bhagavad-gītā. Uno no puede decir nada acerca del mundo trascendental, si no está libre de la conciencia contaminada por lo material. Así que al Señor no lo contamina lo material, pero en los actuales momentos nuestra conciencia sí se halla contaminada por lo material. El Bhagavad-gītā enseña que tenemos que purificar esa conciencia contaminada por lo material. Al encontrarnos en el estado de conciencia pura, nuestras acciones se acoplarán con la voluntad del īśvara, y eso nos hará felices. No ha de creerse que tenemos que cesar todas las actividades, sino que nuestras actividades deben ser purificadas, y, una vez purificadas, se denominan bhakti. Las actividades en estado de bhakti parecen ser actividades ordinarias, pero no están contaminadas. Una persona ignorante puede que vea que el devoto está obrando o trabajando como un hombre ordinario, pero dicha persona de escaso acopio de conocimiento no sabe que a las actividades del devoto o del Señor no las contamina la conciencia impura o la materia. Ellos son trascendentales a las tres modalidades de la naturaleza. Hemos de saber, sin embargo, que en este momento nuestra conciencia está contaminada.

Cuando estamos contaminados por lo material, se nos llama condicionados. La conciencia falsa se exhibe bajo la impresión de que «yo soy un producto de la naturaleza material». Eso se denomina ego falso. Aquel que está absorto en pensar en concepciones corporales, no puede entender su situación. El Bhagavad-gītā se presentó para liberarlo a uno de la concepción corporal de la vida, y Arjuna se puso en esa posición para recibir esa información de labios del Señor. Uno tiene que liberarse de la concepción corporal de la vida; eso constituye la actividad preliminar del trascendentalista. Aquel que quiere ser libre, que quiere liberarse, debe primero que todo aprender que no es este cuerpo material. Mukti, o liberación, significa estar libre de la conciencia material. También en el Śrīmad-Bhāgavatam se da la definición de liberación. Muktir hitvānyathā-rūpaṁ svarūpeṇa vyavasthitiḥ: mukti significa liberarse de la conciencia contaminada de este mundo material, y situarse en el estado de conciencia pura. Todas las instrucciones del Bhagavad-gītā tienen la finalidad de despertar esa conciencia pura, y, por consiguiente, encontramos que en la última etapa de las instrucciones del Gītā, Kṛṣṇa le pregunta a Arjuna si ya se encuentra en el estado de conciencia purificada. Conciencia purificada significa actuar de conformidad con las instrucciones del Señor. Esta es toda la esencia de la conciencia purificada. Como somos partes integrales del Señor, la conciencia ya está allí, pero en nuestro caso existe la propensión a ser afectados por las modalidades inferiores. Mas, el Señor, siendo el Supremo, nunca se ve afectado. Esa es la diferencia entre el Señor Supremo y las pequeñas almas individuales.

¿Qué es esa conciencia? Esa conciencia es «yo soy». Y, ¿qué soy? Cuando la conciencia está contaminada, «yo soy» significa «yo soy el señor de todo lo que veo. Yo soy el disfrutador». El mundo gira porque cada ser vivo cree que es el señor y creador del mundo material. La conciencia material tiene dos divisiones psíquicas. Una de ellas es que «yo soy el creador» y la otra es que «yo soy el disfrutador». Pero, en realidad, el Señor Supremo es tanto el creador como el disfrutador, y la entidad viviente, siendo parte integral del Señor Supremo, no es ni el creador ni el disfrutador, sino un cooperador. Ella es lo creado y lo disfrutado. Por ejemplo, una parte de una máquina coopera con toda la máquina; una parte del cuerpo coopera con todo el cuerpo. Las manos, las piernas, los ojos, etc., son todos partes del cuerpo, pero no son realmente los disfrutadores. El estómago es el disfrutador. Las piernas transportan, las manos suministran comida, los dientes mastican, y todas las partes del cuerpo se ocupan de satisfacer al estómago, porque este es el principal factor que nutre el funcionamiento del cuerpo. Por lo tanto, al estómago se le da todo. Uno nutre el árbol regando su raíz, y uno nutre el cuerpo alimentando al estómago, pues para que el cuerpo se mantenga sano, las partes del cuerpo deben cooperar en alimentar al estómago. De igual manera, el Señor Supremo es el disfrutador y el creador, y nosotros, como seres vivientes subordinados que somos, tenemos la función de cooperar para satisfacerlo. Esa cooperación de hecho nos ayudará, tal como la comida que recibe el estómago ayuda a todas las demás partes del cuerpo. Si los dedos de la mano creen que ellos deben tomar la comida en vez de proporcionársela al estómago, se frustrarán. La figura central de la creación y del disfrute es el Señor Supremo, y las entidades vivientes son cooperadoras. Ellas disfrutan mediante la cooperación. La relación es también como la que hay entre el amo y el sirviente. Si el amo está plenamente satisfecho, entonces el sirviente también lo estará. Así mismo, se debe satisfacer al Señor Supremo, aunque la tendencia a volverse el creador y la tendencia a disfrutar el mundo material también se encuentran en las entidades vivientes, porque esas tendencias se hallan en el Señor Supremo, el cual creó el mundo cósmico manifestado.

Encontraremos, pues, en este Bhagavad-gītā, que el todo completo comprende al controlador supremo, las entidades vivientes controladas, la manifestación cósmica, el tiempo eterno y karma, o las actividades, y todo ello se explica en este texto. Todo ello tomado en conjunto forma el todo completo, y a este se lo denomina la Suprema Verdad Absoluta. El todo completo y la Verdad Absoluta completa constituyen la Suprema Personalidad de Dios completa, Śrī Kṛṣṇa. Todas las manifestaciones se deben a Sus diferentes energías. Él es el todo completo.

En el Gītā se explica además que el Brahman impersonal también está subordinado a la Suprema Persona completa (brahmaṇo hi pratiṣṭhāham). En el Brahma-sūtra, el Brahman se explica de un modo más explícito, diciendo que es como los rayos de la luz del Sol. El Brahman impersonal constituye los luminosos rayos de la Suprema Personalidad de Dios. El Brahman impersonal es la comprensión incompleta del todo absoluto, tal como lo es también la concepción de Paramātmā. En el capítulo quince se verá que la Suprema Personalidad de Dios, Puruṣottama, está más allá tanto del Brahman impersonal como de la parcial comprensión de Paramātmā. La Suprema Personalidad de Dios se dice que es sac-cid-ānanda-vigraha. La Brahma-saṁhitā empieza de la siguiente manera: īśvaraḥ paramaḥ kṛṣṇaḥ sac-cid-ānanda-vigrahaḥ/ anādir ādir govindaḥ sarva-kāraṇa-kāraṇam. «Govinda, Kṛṣṇa, es la causa de todas las causas. Él es la causa original y la propia forma de la eternidad, el conocimiento y la bienaventuranza». La comprensión del Brahman impersonal es la comprensión de Su característica sat (eternidad). La comprensión Paramātmā es la comprensión del sat, cit (conocimiento eterno). Pero la comprensión de la Personalidad de Dios, Kṛṣṇa, es la comprensión de todas las características trascendentales —sat, cit y ānanda (eternidad, conocimiento y bienaventuranza)—, en vigraha (forma) completa.

Cierta gente con poca inteligencia considera que la Verdad Suprema es impersonal. Pero Él es una persona trascendental, y esto lo confirman todas las Escrituras védicas. Nityo nityānāṁ cetanaś cetanānām (Kaṭha Upaniṣad 2.2.13). Así como nosotros somos seres vivientes individuales y tenemos nuestra individualidad, la Suprema Verdad Absoluta también es, en fin de cuentas, una persona, y la comprensión de la Personalidad de Dios es la comprensión de todas las características trascendentales, en Su forma completa. El todo completo no carece de forma. Si Él fuera informe o si fuera menos que cualquier otra cosa, entonces no podría ser el todo completo. El todo completo debe poseer todo lo que se halle dentro del marco de nuestra experiencia y más allá de ella, pues, de lo contrario, no podría ser completo.

El todo completo, la Personalidad de Dios, tiene inmensas potencias (parāsya śaktir vividhaiva śrūyate). En el Bhagavad-gītā también se explica cómo Kṛṣṇa actúa con diferentes potencias. Este mundo de fenómenos, o mundo material, en el que se nos ha puesto, también es completo en sí mismo, porque los veinticuatro elementos de los que, según la filosofía sāṅkhya, este universo material es una manifestación temporal, están completamente adaptados para producir recursos completos, que se requieren para el mantenimiento y subsistencia de este universo. No hay nada que sea ajeno; ni tampoco se requiere de nada. Esta manifestación tiene su propio tiempo, fijado por la energía del todo supremo, y cuando su tiempo se complete, estas manifestaciones temporales serán aniquiladas por la disposición completa del completo. Existen facilidades completas para que las pequeñas unidades completas, es decir, las entidades vivientes, lleguen a comprender al completo, y todas las clases de estados incompletos se experimentan a causa del conocimiento incompleto acerca del completo. De manera que, el Bhagavad-gītā contiene el conocimiento completo de la sabiduría védica.

Todo el conocimiento védico es infalible, y los hindúes aceptan el conocimiento védico como completo e infalible. Por ejemplo, el estiércol de la vaca es el excremento de un animal, y, según el smṛti, o el mandamiento védico, si uno toca el excremento de un animal, tiene que bañarse para purificarse. Pero en las Escrituras védicas se considera que el estiércol de vaca es un agente purificador. Uno pudiera considerar que esto es contradictorio, pero se acepta por ser un mandamiento védico, y, en efecto, uno no comete ningún error al aceptarlo. Posteriormente, la ciencia moderna ha comprobado que el estiércol de vaca contiene toda clase de propiedades antisépticas. Así que el conocimiento védico es completo, debido a que está más allá de toda duda y error, y el Bhagavad-gītā es la esencia de todo el conocimiento védico.

El conocimiento védico no es una cuestión de investigación. Nuestra labor de investigación es imperfecta, porque estamos investigando las cosas con sentidos imperfectos. Tenemos que adquirir conocimiento perfecto, que, como se declara en el Bhagavad-gītā, desciende mediante el paramparā (la sucesión discipular). Tenemos que recibir el conocimiento de labios de la fuente indicada que forme parte de la sucesión discipular que comienza con el maestro espiritual supremo, el propio Señor, y del que se le ha hecho entrega a una sucesión de maestros espirituales. Arjuna, quien fue el alumno del Señor Śrī Kṛṣṇa, acepta todo lo que Él dice, sin contradecirlo. No se permite que uno acepte una porción del Bhagavad-gītā y otra no. De ninguna manera. Debemos aceptar el Bhagavad-gītā sin interpretarlo, sin omisiones y sin una participación caprichosa en la materia. Se debe tomar el Gītā como la presentación más perfecta del conocimiento védico. El conocimiento védico se recibe proveniente de fuentes trascendentales, y las primeras palabras las habló el propio Señor. Las palabras que habla el Señor se denominan apauruṣeya, lo cual significa que son diferentes de las palabras que habla una persona mundana, la cual adolece de cuatro defectos. Una persona mundana (1) es seguro que comete errores, (2) siempre está engañada, (3) tiene la tendencia a engañar a los demás, y (4) se halla limitada por unos sentidos imperfectos. Con estas cuatro imperfecciones, uno no puede proporcionar información perfecta acerca del conocimiento omnipresente.

El conocimiento védico no lo imparte esa clase de entidades vivientes defectuosas. Se le impartió en el corazón a Brahmā, el primer ser viviente que fue creado, y Brahmā a su vez diseminó ese conocimiento entre sus hijos y discípulos, tal como él lo recibió originalmente de labios del Señor. El Señor es pūrṇam, omniperfecto, y no hay ninguna posibilidad de que Él llegue a estar supeditado a las leyes de la naturaleza material. En consecuencia, uno debe ser lo suficientemente inteligente como para saber que el Señor es el único propietario de todo lo que hay en el universo, y que Él es el creador original, el creador de Brahmā. En el capítulo once, al Señor se lo nombra como prapitāmaha, porque a Brahmā se lo nombra como pitāmaha, el abuelo, y Él es el creador del abuelo. Así pues, uno no debe creer que es el propietario de nada. Uno debe aceptar únicamente las cosas que el Señor le ha asignado para su manutención.

Hay muchos ejemplos de cómo hemos de utilizar esas cosas que el Señor nos ha asignado. Ello también se explica en el Bhagavad-gītā. Al principio, Arjuna decidió que no pelearía en la batalla de Kurukṣetra. Esa era su propia decisión. Arjuna le dijo al Señor que, después de matar a sus propios parientes, no iba a poder disfrutar del reino. Esta decisión se basaba en el cuerpo, porque Arjuna creía que él era el cuerpo, y que sus parientes o expansiones corporales eran sus hermanos, sobrinos, cuñados, abuelos, etc. Por consiguente, él quería satisfacer las exigencias de su cuerpo. El Señor habló el Bhagavad-gītā precisamente para cambiar ese punto de vista, y al final Arjuna decide pelear siguiendo las indicaciones del Señor, cuando dice: kariṣye vacanaṁ tava, «actuaré conforme a Tu palabra».

En este mundo, los hombres no fueron creados para reñir como los perros y los gatos. Los hombres deben ser inteligentes, para percatarse de la importancia de la vida humana y negarse a actuar como animales ordinarios. El ser humano debe darse cuenta de cuál es el objetivo de su vida; esa información se da en todas las Escrituras védicas, y la esencia de ella se da en el Bhagavad-gītā. La literatura védica está hecha para los seres humanos, no para los animales. Los animales pueden matar a otros animales y no hay posibilidad alguna de que incurran en pecado; pero si un hombre mata a un animal en aras de la satisfacción de su paladar descontrolado, se le culpará de romper las leyes de la naturaleza. En el Bhagavad-gītā se explica claramente que hay tres clases de actividades según las diferentes modalidades de la naturaleza: las actividades de la bondad, las de la pasión y las de la ignorancia. De modo similar, también hay tres clases de comestibles: comestibles influidos por la bondad, por la pasión y por la ignorancia. Todo esto se halla claramente descrito, y si utilizamos bien las instrucciones del Bhagavad-gītā, toda nuestra vida se purificará, y al final podremos llegar al destino que se encuentra más allá de este cielo material.

Ese destino se denomina el cielo sanātana, el eterno cielo espiritual (yad gatvā na nivartante tad dhāma paramaṁ mama). En este mundo material observamos que todo es temporal. Todo aparece, permanece por algún tiempo, produce algunos subproductos, mengua y luego desaparece. Esa es la ley del mundo material, ya sea que usemos como ejemplo este cuerpo, un pedazo de fruta o cualquier otra cosa. Pero más allá de este mundo temporal, hay otro mundo del cual tenemos información. Ese mundo está hecho de otra naturaleza, la cual es sanātana, eterna. A la jīva también se la describe como sanātana, eterna, y en el capítulo once al Señor también se lo describe de esa manera. Nosotros tenemos una relación íntima con el Señor, y como todos somos uno desde el punto de vista cualitativo —el sanātana-dhama, o el cielo, la suprema personalidad sanātana y las entidades vivientes sanātana—, todo el propósito del Bhagavad-gītā es el de revivir nuestra ocupación sanātana, o el sanātana-dharma, que es la ocupación eterna de la entidad viviente. Nosotros nos hallamos dedicados temporalmente a diferentes actividades, pero todas ellas pueden purificarse, cuando las dejemos y emprendamos las actividades que prescribe el Señor Supremo. Eso se denomina nuestra vida pura.

El Señor Supremo y Su morada trascendental son ambos sanātana, tal como lo son también las entidades vivientes, y la asociación conjunta del Señor Supremo y las entidades vivientes en la morada sanātana constituye la perfección de la vida humana. El Señor es muy bondadoso con las entidades vivientes, porque estas son Sus hijas. El Señor Kṛṣṇa declara en el Bhagavad-gītā: sarva-yoniṣu... ahaṁ bīja-pradaḥ pitā, «Yo soy el padre de todos». Desde luego, existen toda clase de entidades vivientes según sus diversos karmas, pero aquí el Señor declara que es el padre de todas ellas. Por consiguiente, el Señor desciende a redimir a todas esas almas caídas y condicionadas, y a hacerles un llamado para que regresen al eterno cielo sanātana, de modo que las entidades vivientes sanātana puedan recobrar sus eternas posiciones sanātana, en asociación eterna con el Señor. Para redimir a las almas condicionadas, el propio Señor viene en diferentes encarnaciones, o envía a Sus sirvientes íntimos como hijos o a Sus asociados o ācāryas.

Por lo tanto, el sanātana-dharma no se refiere a ningún proceso sectario de religión. Es la función eterna de las entidades vivientes eternas, en relación con el eterno Señor Supremo. Como ya se dijo antes, el sanātana-dharma se refiere a la ocupación eterna de la entidad viviente. Śrīpāda Rāmānujācārya ha explicado la palabra sanātana como «aquello que no tiene principio ni fin». De modo que, cuando hablamos de sanātana-dharma, debemos dar por sentado, sobre la base de la autoridad de Śrīpāda Rāmanujācārya, que dicho sanātana-dharma no tiene ni principio ni fin.

La palabra religión es un poco diferente a la palabra sanātana-dharma. Religión lleva consigo la idea de fe, y la fe puede cambiar. Uno puede tener fe en un proceso en particular, y puede cambiar de fe y adoptar otra. Pero el sanātana-dharma se refiere a aquella actividad que no se puede cambiar. Por ejemplo, al agua no se le puede quitar la liquidez, ni al fuego se le puede quitar el calor. De igual manera, a la eterna entidad viviente no se le puede quitar su función eterna. El sanātana-dharma es eternamente parte integral de la entidad viviente. Así pues, cuando hablamos de sanātana-dharma, debemos dar por sentado, sobre la base de la autoridad de Śrīpāda Rāmanujācārya, que dicho sanātana-dharma no tiene ni principio ni fin. Aquello que no tiene principio ni fin no puede ser sectario, pues ninguna clase de límites puede coartarlo. Aquellos que pertenecen a alguna fe sectaria habrán de considerar equivocadamente que el sanātana-dharma también es sectario. Pero si profundizamos en el asunto y lo consideramos a la luz de la ciencia moderna, podremos ver que el sanātana-dharma es la ocupación de toda la gente del mundo, y, más aún, de todas las entidades vivientes del universo.

Una fe religiosa no sanātana puede que tenga algún comienzo en los anales de la historia humana, pero no existe comienzo de la historia del sanātana-dharma, porque este último permanece eternamente con las entidades vivientes. En lo que respecta a la entidad viviente, los śāstras autoritativos determinan que para ella no hay nacimiento ni muerte. En el Gītā se establece que la entidad viviente nunca nace y nunca muere. La entidad viviente es eterna e indestructible, y continúa viviendo después de la destrucción de este cuerpo material temporal. En relación con el concepto de sanātana-dharma, debemos tratar de entender el concepto de religión a partir del significado de la raíz sánscrita de la palabra. Dharma se refiere a aquello que existe constantemente con un objeto en particular. Nosotros concluimos que junto con el fuego hay luz y calor; sin luz y calor, la palabra fuego no tiene sentido. De modo similar, debemos descubrir la parte esencial del ser viviente, aquella parte que es su compañera constante. Esa compañera constante es su cualidad eterna, y esa cualidad eterna es su religión eterna.

Cuando Sanātana Gosvāmī le preguntó a Śrī Caitanya Mahāprabhu que cuál era el svarūpa de todo ser viviente, el Señor respondió que el svarūpa, o la posición constitucional del ser viviente, es la de prestarle servicio a la Suprema Personalidad de Dios. Si analizamos esta declaración del Señor Caitanya, podremos ver con facilidad que todo ser viviente siempre está dedicado a prestarle servicio a otro ser viviente. Un ser viviente sirve a otros seres vivientes de diversas maneras. Al hacerlo, la entidad viviente disfruta de la vida. Los animales inferiores sirven a los seres humanos tal como los sirvientes sirven a su amo. A sirve al amo B, B sirve al amo C, C sirve al amo D, y así sucesivamente. Sobre la base de esto, podemos ver que un amigo sirve a otro, la madre sirve al hijo, la esposa sirve al esposo, el esposo sirve a la esposa, etc. Si seguimos investigando con este espíritu, se verá que en la sociedad de los seres vivos no hay ninguna excepción a la actividad de servir. El político le presenta a la gente su manifiesto, para convencerla de la capacidad que él tiene de servir. En consecuencia, los electores le dan al político sus valiosos votos, considerando que él le prestará a la sociedad un valioso servicio. El vendedor sirve al cliente, y el artesano sirve al capitalista. El capitalista sirve a la familia, y la familia sirve al Estado en términos de la capacidad eterna del eterno ser viviente. De esa manera podemos ver que ningún ser viviente está exento de prestarles servicio a otros seres vivientes, y, por lo tanto, podemos concluir con toda seguridad que el servicio es el compañero constante del ser viviente, y que el prestar servicio es la religión eterna del ser viviente.

Sin embargo, el hombre dice pertenecer a un tipo de fe en particular en relación con un tiempo y una circunstancia en particular, y en virtud de ello dice ser hindú, musulmán, cristiano, buddhista, o adepto de alguna otra secta. Tales designaciones son no sanātana-dharma. Puede que un hindú cambie de fe y se vuelva musulmán, o que un musulmán cambie de fe y se vuelva hindú, o que un cristiano cambie de fe, etc. Pero en todas las circunstancias, el cambio de fe religiosa no afecta la ocupación eterna de prestarle servicio a los demás. El hindú, musulmán o cristiano es sirviente de alguien, pese a cualesquiera circunstancias. De manera que, profesar un tipo particular de fe no es profesar el sanātana-dharma de uno. Prestar servicio es el sanātana-dharma.

De hecho, estamos relacionados con el Señor Supremo a través del servicio. El Señor Supremo es el disfrutador supremo, y nosotros, las entidades vivientes, somos Sus servidores. Nosotros hemos sido creados para el disfrute de Él, y si participamos con la Suprema Personalidad de Dios en ese goce eterno, seremos felices. No podemos llegar a ser felices de ninguna otra manera. No es posible ser feliz independientemente, de la misma manera en que ninguna parte del cuerpo puede ser feliz sin cooperar con el estómago. La entidad viviente no puede ser feliz sin prestarle al Señor Supremo un amoroso servicio trascendental.

En el Bhagavad-gītā no se aprueba la adoración de los diferentes semidioses ni el prestarles servicio a ellos. En el capítulo siete, verso veinte, se afirma:

kāmais tais tair hṛta-jñānāḥ
prapadyante ’nya-devatāḥ
taṁ taṁ niyamam āsthāya
prakṛtyā niyatāḥ svayā

«Aquellos a quienes los deseos materiales les han robado la inteligencia, se entregan a los semidioses y siguen las reglas y regulaciones específicas de adoración que corresponden a sus propias naturalezas». Aquí se dice claramente que aquellos a quienes los guía la lujuria, adoran a los semidioses y no al Supremo Señor Kṛṣṇa. Cuando hacemos mención del nombre Kṛṣṇa, no nos referimos a ningún nombre sectario. Kṛṣṇa significa el placer máximo, y se ha confirmado que el Señor Supremo es la fuente o el depósito de todo placer. Todos anhelamos placer. Ānanda-mayo bhyāsāt (Vedānta-sūtra 1.1.12). Las entidades vivientes, al igual que el Señor, están colmadas de conciencia y se hallan en busca de la felicidad. El Señor es feliz perpetuamente, y si las entidades vivientes se relacionan con el Señor, cooperan con Él y participan de Su asociación, entonces ellas también se vuelven felices.

El Señor desciende a este mundo mortal para exhibir Sus pasatiempos en Vṛndāvana, los cuales están colmados de felicidad. Cuando el Señor Śrī Kṛṣṇa se encontraba en Vṛndāvana, todas Sus actividades con Sus amigos pastorcillos, con Sus amigas las doncellas, con los demás habitantes de Vṛndāvana y con las vacas, estaban colmadas de felicidad. Toda la población de Vṛndāvana no conocía nada fuera de Kṛṣṇa. Pero el Señor Kṛṣṇa desalentó incluso a Su padre, Nanda Mahārāja, en lo referente a la adoración del semidiós Indra, porque quería establecer el hecho de que la gente no necesita adorar a ningún semidiós. La gente únicamente tiene que adorar al Señor Supremo, pues su meta final es la de regresar a la morada de Él.

La morada del Señor Kṛṣṇa se describe en el Bhagavad-gītā, capítulo quince, verso seis:

na tad bhāsayate sūryo
na śaśāṅko na pāvakaḥ
yad gatvā na nivartante
tad dhāma paramaṁ mama

«Esa suprema morada Mía no está iluminada por el Sol ni la Luna, ni por el fuego, ni por la electricidad. Aquellos que llegan a ella, nunca regresan a este mundo material».

Este verso da una descripción de ese cielo eterno. Tenemos, desde luego, una concepción material de lo que es el cielo, y pensamos en él en relación con el Sol, la Luna, las estrellas, etc. Pero en este verso el Señor declara que en el cielo eterno no hay necesidad de Sol, Luna, electricidad o fuego de ninguna clase, porque el cielo espiritual está de por sí iluminado por el brahma-jyotir, los rayos que emanan del Señor Supremo. Estamos tratando con dificultad de llegar a otros planetas, pero no es difícil entender la morada del Señor Supremo. A esa morada se le refiere como Goloka. En la Brahma-saṁhitā (5.37) se la describe de una manera hermosa: goloka eva nivasaty akhilātma-bhūtaḥ. El Señor reside eternamente en Goloka, Su morada, y, sin embargo, es accesible desde este mundo, y con ese fin viene a manifestar Su verdadera forma sac-cid-ānanda-vigraha. Como Él manifiesta esa forma, no hay necesidad alguna de que imaginemos cómo es Él. Para desalentar esa clase de especulación imaginativa, Él desciende y se muestra tal como es, como Śyāmasundara. Desgraciadamente, los poco inteligentes lo menosprecian, porque Él viene como uno de nosotros y juega con nosotros como un ser humano. Pero debido a ello, no debemos tomar al Señor por uno de nosotros. Mediante Su omnipotencia, Él se presenta ante nosotros en Su verdadera forma y exhibe Sus pasatiempos, que son réplicas de los pasatiempos que hay en Su morada.

En los refulgentes rayos del cielo espiritual flotan una infinidad de planetas. El brahma-jyotir emana de la morada suprema, Kṛṣṇaloka, y los planetas ānanda-maya-cinmaya, que no son materiales, flotan en esos rayos. El Señor dice: na tad bhāsayate sūryo na śaśāṅko na pāvakaḥ/ yad gatvā na nivartante tad dhāma paramaṁ mama. Aquel que puede acercarse a ese cielo espiritual, no tiene que descender de nuevo al cielo material. En el cielo material, incluso si nos acercamos al planeta más elevado de todos (Brahmaloka), ni qué hablar de la Luna, encontraremos las mismas condiciones de la vida, es decir, el nacimiento, la muerte, las enfermedades y la vejez. Ningún planeta del universo material está libre de estos cuatro principios de la existencia material.

Las entidades vivientes viajan de un planeta a otro, pero eso no significa que podemos ir a cualquier planeta que queramos solo mediante un dispositivo mecánico. Si deseamos ir a otros planetas, existe un proceso para hacerlo. También eso se menciona: yānti deva-vratā devāṇ pitn yānti pitṛ-vratāḥ. Si queremos viajes interplanetarios, no se necesita ningún dispositivo mecánico. El Gītā instruye: yānti deva-vratā devān. La Luna, el Sol y los planetas superiores se denominan Svargaloka. Hay tres categorías distintas de planetas: los sistemas planetarios superiores, medios e inferiores. La Tierra pertenece al sistema planetario medio. El Bhagavad-gītā nos informa cómo viajar a los sistemas planetarios superiores (Devaloka) con una fórmula muy sencilla: yānti deva-vratā devān. Uno solo tiene que adorar al semidiós específico de ese planeta en particular, y de esa forma ir a la Luna, al Sol o a cualquiera de los sistemas planetarios superiores.

Sin embargo, el Bhagavad-gītā no nos aconseja ir a ninguno de los planetas de este mundo material, porque incluso si fuéramos a Brahmaloka —el planeta más elevado de todos— por medio de algún dispositivo mecánico y viajando quizás durante cuarenta mil años (¿y quién viviría tanto?), aún encontraríamos los inconvenientes materiales del nacimiento, la muerte, las enfermedades y la vejez. Pero aquel que quiere ir al planeta supremo, Kṛṣṇaloka, o a cualquiera de los demás planetas del cielo espiritual, no se encontrará con esos inconvenientes materiales. Entre todos los planetas del cielo espiritual hay un planeta supremo, llamado Goloka Vṛndāvana, que, en la morada de Śrī Kṛṣṇa, la Personalidad de Dios original, es el planeta original. Toda esta información se da en el Bhagavad-gītā, y a través de sus instrucciones se nos explica cómo abandonar el mundo material y comenzar una verdadera vida dichosa en el cielo espiritual.

En el capítulo quince del Bhagavad-gītā se da la verdadera descripción del mundo material. En él se dice:

ūrdhva-mūlam adhaḥ-śākham
aśvatthaṁ prāhur avyayam
chandāṁsi yasya parṇāni
yas taṁ veda sa veda-vit

Ahí, al mundo material se lo describe como un árbol cuyas raíces están hacia arriba y cuyas ramas están hacia abajo. Nosotros tenemos experiencia de un árbol cuyas raíces están hacia arriba. Si uno se para en la orilla de un río o de cualquier depósito de agua, puede ver que los árboles que se reflejan en el agua están al revés. Las ramas van hacia abajo y las raíces hacia arriba. De forma similar, este mundo material es un reflejo del mundo espiritual. El mundo material no es más que una sombra de la realidad. En la sombra no hay realidad o sustancia, pero por la sombra llegamos a saber que hay sustancia y realidad. En el desierto no hay agua, pero el espejismo indica que sí existe una cosa tal. En el mundo material no hay agua, no hay felicidad; el agua auténtica de la felicidad verdadera se encuentra en el mundo espiritual.

El Señor aconseja que alcancemos el mundo espiritual de la siguiente manera (Bg. 15.5):

nirmāna-mohā jita-saṅga-doṣā
adhyātma-nityā vinivṛtta-kāmāḥ
dvandvair vimuktāḥ sukha-duḥkha-saṁjñair
gacchanty amūḍhāḥ padam avyayaṁ tat

Ese padam avyayam, o reino eterno, puede alcanzarlo aquel que sea nirmāna-moha. ¿Qué significa eso? Andamos en busca de designaciones. Unos quieren ser señor, otros quieren ser Dios, otros quieren ser presidente, o un hombre rico, o un rey, o alguna otra cosa. Mientras estemos apegados a esas designaciones, estaremos apegados al cuerpo, porque las designaciones le pertenecen al cuerpo. Pero nosotros no somos estos cuerpos, y percatarnos de esto constituye la primera etapa de la comprensión espiritual. Nosotros estamos asociados con las tres modalidades de la naturaleza material, pero debemos desapegarnos a través del servicio devocional que se le presta al Señor. Si no estamos apegados a prestarle servicio devocional al Señor, no podemos entonces desapegarnos de las modalidades de la naturaleza material. Las designaciones y los apegos se deben a nuestra lujuria y deseo, a querer enseñorearnos de la naturaleza material. Mientras no dejemos esa propensión a enseñorearnos de la naturaleza material, no hay ninguna posibilidad de regresar al reino del Supremo, el sanātana-dhāma. Ese reino eterno nunca se destruye, le resulta accesible a aquel que no lo confunden las atracciones de los falsos placeres materiales, a aquel que está dedicado al servicio del Señor Supremo. Todo aquel que se encuentre en esa posición, puede acercarse fácilmente a esa morada suprema.

En otra parte del Gītā (8.21) se declara:

avyakto ’kṣara ity uktas
tam āhuḥ paramāṁ gatim
yaṁ prāpya na nivartante
tad dhāma paramaṁ mama

Avyakta significa no manifestado. Ni siquiera el mundo material se manifiesta por entero ante nosotros. Nuestros sentidos son tan imperfectos, que ni siquiera podemos ver todas las estrellas que hay en este universo material. Con la literatura védica podemos adquirir mucha información acerca de todos los planetas, y podemos creerla o no. Todos los planetas importantes se describen en las Escrituras védicas, especialmente en el Śrīmad-Bhāgavatam, y al mundo espiritual que se encuentra más allá de este cielo material se lo describe como avyakta, no manifestado. Uno debe desear y anhelar ir a ese reino supremo, pues cuando uno lo alcanza, no tiene que regresar a este mundo material.

A continuación, se podría preguntar qué debe hacer uno para ir a esa morada del Señor Supremo. En el capítulo ocho se da información al respecto. Ahí se dice:

anta-kāle ca mām eva
smaran muktvā kalevaram
yaḥ prayāti sa mad-bhāvaṁ
yāti nāsty atra saṁśayaḥ

«Y quienquiera que al final de la vida abandone el cuerpo recordándome únicamente a Mí, de inmediato alcanza Mi naturaleza. De esto no hay ninguna duda» (Bhagavad-gītā 8.5). Aquel que piensa en Kṛṣṇa a la hora de la muerte, va a Kṛṣṇa. Uno debe recordar la forma de Kṛṣṇa; si uno abandona el cuerpo pensando en esa forma, es seguro que va al reino espiritual. Mad-bhāvam se refiere a la naturaleza suprema del Ser Supremo. El Ser Supremo es sac-cid-ānanda-vigraha, es decir, Su forma es eterna y está colmada de conocimiento y bienaventuranza. Nuestro cuerpo actual no es sac-cid-ānanda. Es asat, no sat. No es eterno, sino perecedero. No es cit, no está colmado de conocimiento, sino que está colmado de ignorancia. No tenemos conocimiento acerca del reino espiritual; ni siquiera tenemos conocimiento perfecto acerca de este mundo material, en el que hay muchísimas cosas que desconocemos. El cuerpo es, además, nirānanda: en vez de estar colmado de bienaventuranza, está colmado de sufrimiento. Todos los sufrimientos que experimentamos en el mundo material tienen su origen en el cuerpo, pero aquel que abandona este cuerpo pensando en el Señor Kṛṣṇa, la Suprema Personalidad de Dios, de inmediato obtiene un cuerpo sac-cid-ānanda.

El proceso de abandono de este cuerpo y de obtención de otro cuerpo en el mundo material, también está organizado. El hombre muere después de que se ha decidido qué clase de cuerpo tendrá en la vida siguiente. La decisión la toman autoridades superiores, y no la propia entidad viviente. De acuerdo con nuestras actividades en esta vida, o bien ascendemos, o bien nos hundimos. Esta vida es una preparación para la siguiente. De manera que, si podemos prepararnos en esta vida para ser promovidos al Reino de Dios, entonces, después de dejar este cuerpo material, es seguro que obtendremos un cuerpo espiritual tal como el del Señor.

Como se explicó anteriormente, hay diferentes clases de trascendentalistas: el brahma-vādī, el paramātma-vādī y el devoto, y, como ya se dijo, en el brahma-jyotir (el cielo espiritual) existen innumerables planetas espirituales. El número de esos planetas es muy, muy superior al de los planetas de este mundo material. Este mundo material se ha calculado que es únicamente una cuarta parte de la creación (ekaṁśena sthito jagat). En este segmento material hay millones y billones de universos, con trillones de planetas y soles, estrellas y lunas. Pero esta creación material por entero es únicamente un fragmento de la creación total. La mayor parte de la creación se encuentra en el cielo espiritual. Aquel que desee fundirse en la existencia del Brahman Supremo, es de inmediato trasladado al brahma-jyotir del Señor Supremo, y alcanza así el cielo espiritual. El devoto, el cual quiere disfrutar de la compañía del Señor, entra en los planetas Vaikuṇṭha, que son innumerables, y el Señor Supremo se asocia allí con él mediante Sus expansiones plenarias, tales como Nārāyaṇa de cuatro manos y con diferentes nombres, tales como Pradyumna, Aniruddha y Govinda. Por consiguiente, al final de la vida los trascendentalistas piensan ya sea en el brahma-jyotir, en el Paramātmā o en la Suprema Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa. En todos los casos ellos entran en el cielo espiritual, pero solo el devoto, o aquel que está personalmente en contacto con el Señor Supremo, entra en los planetas Vaikuṇṭha o en el planeta Goloka Vṛndāvana. El Señor agrega además que, de ello «no hay ninguna duda». Esto se debe creer firmemente. No debemos rechazar aquello que no se acomode a nuestra imaginación; nuestra actitud debe ser la de Arjuna: «Creo todo lo que me has dicho». Así pues, cuando el Señor dice que a la hora de la muerte todo aquel que piense en Él como Brahman, como Paramātmā o como la Personalidad de Dios, entra sin falta en el cielo espiritual, no hay duda de ello. No hay posibilidad de no creerlo.

El Bhagavad-gītā (8.6) también explica el principio general que hace que sea posible entrar en el reino espiritual simplemente por el hecho de pensar en el Supremo a la hora de la muerte.

yaṁ yaṁ vāpi smaran bhāvaṁ
tyajaty ante kalevaram
taṁ tam evaiti kaunteya
sadā tad-bhāva-bhāvitaḥ

«Cualquier estado de existencia que uno recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado alcanzará sin falta en la siguiente vida». Ahora bien, primero que todo debemos entender que la naturaleza material es la manifestación de una de las energías del Señor Supremo. En el Viṣṇu Purāṇa (6.7.61) se describen las energías totales del Señor Supremo:

viṣṇu-śaktiḥ parā proktā
kṣetra-jñākhyā tathā parā
avidyā-karma-saṁjñānyā
tṛtīyā śaktir iṣyate

El Señor Supremo tiene diversas e innumerables energías, las cuales se encuentran más allá de nuestra concepción. Sin embargo, grandes y eruditos sabios o almas liberadas han estudiado esas energías, y las han clasificado en tres partes. Todas las energías son de viṣṇu-śakti, es decir, son diferentes potencias del Señor Viṣṇu. La primera energía es parā, trascendental. Las entidades vivientes también pertenecen a la energía superior tal como ya se ha explicado. Las otras energías, o energías materiales, están influidas por la modalidad de la ignorancia. En el momento de la muerte podemos, o bien permanecer en el seno de la energía inferior de este mundo material, o bien trasladarnos al ámbito de la energía del mundo espiritual. Por eso el Bhagavad-gītā (8.6) dice:

yaṁ yaṁ vāpi smaran bhāvaṁ
tyajaty ante kalevaram
taṁ tam evaiti kaunteya
sadā tad-bhāva-bhāvitaḥ

«Cualquier estado de existencia que uno recuerde cuando abandone el cuerpo, ese estado alcanzará sin falta en la siguiente vida».

En la vida estamos acostumbrados a pensar ya sea en la energía material o en la espiritual. Ahora bien, ¿cómo podemos trasladar nuestro pensamiento de la energía material a la energía espiritual? Hay muchísima literatura que llena nuestros pensamientos con energía material: periódicos, revistas, novelas, etc. Nuestro pensamiento, que ahora está absorto en esa literatura, debe ser trasladado a la literatura védica. Por consiguiente, los grandes sabios han escrito muchísimos libros védicos, tales como los Purāṇas. En el Caitanya-caritāmṛta (Madhya 20.122) se encuentra el siguiente verso:

māyā-mugdha jīvera nāhi svataḥ kṛṣṇa-jñāna
jīvere kṛpāya kailā kṛṣṇa veda-purāṇa

Las entidades vivientes olvidadizas, o almas condicionadas, han olvidado su relación con el Señor Supremo, y están absortas en pensamientos acerca de las actividades materiales. Solo para trasladar al cielo espiritual su capacidad de pensar, Kṛṣṇa-dvaipāyana Vyāsa ha proporcionado un gran número de Escrituras védicas. Primero, Él dividió los Vedas en cuatro, luego los explicó en los Purāṇas, y, para la gente menos capacitada, escribió el Mahābhārata. En el Mahābhārata se presenta el Bhagavad-gītā. Además, toda la literatura védica se resume en el Vedānta-sūtra, denominado el Śrīmad-Bhāgavatam. Siempre debemos ocupar la mente en la lectura de esas Escrituras védicas. Así como los materialistas ocupan la mente en la lectura de periódicos, revistas y tanta literatura materialista como hay, así mismo debemos encauzar nuestra lectura hacia esas Escrituras que nos dio Vyāsadeva; de esa manera resultará posible recordar al Señor Supremo en el momento de la muerte. Esa es la única manera que sugirió el Señor, y Él garantiza el resultado. «No hay duda de ello».

tasmāt sarveṣu kāleṣu
mām anusmara yudhya ca
mayy arpita-mano-buddhir
mām evaiṣyasy asaṁśayaḥ

«Por lo tanto, Arjuna, siempre debes pensar en Mí en la forma de Kṛṣṇa, y al mismo tiempo desempeñar tu deber prescrito de pelear. Con tus actividades dedicadas a Mí y con la mente y la inteligencia fijas en Mí, llegarás a Mí sin duda alguna» (Bg. 8.7).

Él no le aconseja a Arjuna que simplemente lo recuerde y abandone su ocupación. No. El Señor no sugiere nada que sea impráctico. En este mundo material, uno tiene que trabajar para mantener el cuerpo. Conforme al trabajo, la sociedad humana está dividida en cuatro órdenes sociales: brāhmaṇa‚ kṣatriya, vaiśya y śūdra. La clase brāhmaṇa, o la clase inteligente, trabaja de una manera; la clase kṣatriya o administradora trabaja de otra manera; y la clase mercantil y los obreros atienden sus deberes específicos. En la sociedad humana, todo el mundo tiene que trabajar para mantener su existencia, ya sea el obrero, comerciante, administrador o agricultor, o incluso si uno pertenece a la clase más alta y es un hombre de letras, un científico o un teólogo. Por lo tanto, el Señor le dice a Arjuna  que no tiene que abandonar su ocupación, pero que, mientras esté dedicado a ella, debe recordar a Kṛṣṇa (mām anusmara). Si él no practica el proceso de recordar a Kṛṣṇa mientras está luchando por la existencia, entonces no le será posible recordar a Kṛṣṇa a la hora de la muerte. El Señor Caitanya también aconseja lo mismo. Él dice: kīrtanīyaḥ sadā hariḥ, uno siempre debe practicar el canto de los santos nombres del Señor. Los nombres del Señor y el Señor no son diferentes el uno del otro. Así que, la instrucción que el Señor Kṛṣṇa le dio a Arjuna «recuérdame», y el mandamiento del Señor Caitanya de, «canta siempre los nombres del Señor Kṛṣṇa», es la misma instrucción. No hay diferencia entre las dos cosas, porque Kṛṣṇa y el nombre de Kṛṣṇa no son diferentes entre sí. En el plano absoluto no hay diferencia entre la referencia y lo referido. Por consiguiente, tenemos que practicar el proceso de recordar siempre al Señor, las veinticuatro horas del día, mediante el canto de Sus santos nombres y amoldando las actividades de nuestra vida de forma tal que siempre podamos recordarlo a Él.

¿Cómo es posible hacer esto? Los ācāryas dan el siguiente ejemplo. Si una mujer casada está apegada a otro hombre, o si un hombre tiene un apego por una mujer que no es su esposa, entonces dicho apego se debe considerar que es muy fuerte. Aquel que tiene un apego tal, siempre está pensando en el ser amado. La mujer casada que piensa en su amante, siempre piensa en reunirse con él, incluso mientras desempeña sus quehaceres domésticos. A decir verdad, ella realiza sus labores domésticas aún más cuidadosamente, para que su esposo no sospeche de su apego. De forma similar, debemos recordar siempre al amante supremo, Śrī Kṛṣṇa, y al mismo tiempo desempeñar muy bien nuestros deberes materiales. Para ello se requiere de un fuerte sentimiento de amor. Si tenemos un fuerte sentimiento de amor por el Señor Supremo, podremos entonces desempeñar nuestro deber y al mismo tiempo recordarlo a Él. Pero tenemos que cultivar ese sentimiento de amor. Arjuna, por ejemplo, siempre estaba pensando en Kṛṣṇa; él era el compañero constante de Kṛṣṇa y al mismo tiempo era un guerrero. Kṛṣṇa no le aconsejó que abandonara al pelea y se fuera al bosque a meditar. Cuando el Señor Kṛṣṇa le describe a Arjuna el sistema de yoga, Arjuna dice que no le es posible practicar ese sistema.

arjuna uvāca
yo ’yaṁ yogas tvayā proktaḥ
sāmyena madhusūdana
etasyāhaṁ na paśyāmi
cañcalatvāt sthitiṁ sthirām

«Arjuna dijo: ¡Oh, Madhusūdana!, el sistema de yoga que has resumido me parece impráctico e intolerable, ya que la mente es inquieta e inestable» (Bg. 6.33).

Pero el Señor dice:

yoginām api sarveṣāṁ
mad-gatenāntar-ātmanā
śraddhāvān bhajate yo māṁ
sa me yukta-tamo mataḥ

«De todos los yogīs, aquel que tiene una gran fe y que siempre mora en Mí, piensa en Mí y Me presta un amoroso servicio trascendental, es el que está más íntimamente unido a Mí por medio del yoga, y es el más elevado de todos. Esa es Mi opinión» (Bg. 6.47). Así que, aquel que piensa siempre en el Señor Supremo, es el yogī más grande de todos, el máximo jñanī y el más grande de todos los devotos, al mismo tiempo. El Señor le dice además a Arjuna que, como kṣatriya que es, no puede abandonar la pelea, pero que si Arjuna lucha recordando a Kṛṣṇa, podrá entonces recordar a Kṛṣṇa a la hora de la muerte. Mas, uno debe estar completamente entregado al amoroso servicio trascendental del Señor.

Nosotros en realidad no trabajamos con el cuerpo, sino con la mente y la inteligencia. De manera que, si la inteligencia y la mente siempre se dedican a pensar en el Señor Supremo, entonces, naturalmente, los sentidos también se dedicarán al servicio de Él. De modo superficial, al menos, las actividades de los sentidos siguen siendo las mismas, pero la conciencia cambia. El Bhagavad-gītā nos enseña a absorber la mente y la inteligencia en el pensamiento acerca del Señor. Esa clase de absorción le permitirá a uno trasladarse al reino del Señor. Si la mente se dedica al servicio de Kṛṣṇa, los sentidos se dedicarán al servicio de Él automáticamente. Ese es el arte, y ese también es el secreto del Bhagavad-gītā: la absorción total en el pensamiento acerca de Śrī Kṛṣṇa.

El hombre moderno ha luchado mucho por llegar a la luna, pero no se ha esforzado mucho por elevarse en lo espiritual. Si uno tiene ante sí unos cincuenta años de vida, debe ocupar ese corto tiempo en cultivar esta práctica de recordar a la Suprema Personalidad de Dios. Dicha práctica constituye el proceso devocional:

śravaṇaṁ kīrtanaṁ viṣṇoḥ
smaraṇaṁ pāda-sevanam
arcanaṁ vandanaṁ dāsyaṁ
sakhyam ātma-nivedanam

(Śrīmad-Bhāgavatam 7.5.23)

Estos nueve procesos, de los cuales el más sencillo es śravaa, oír el Bhagavad-gītā de labios de la persona iluminada, harán que uno dirija el pensamiento hacia el Ser Supremo. Esto llevará a recordar al Señor Supremo, y permitirá que al uno abandonar el cuerpo obtenga un cuerpo espiritual, que es justamente el idóneo para asociarse con el Señor Supremo.

El Señor dice además:

abhyāsa-yoga-yuktena
cetasā nānya-gāminā
paramaṁ puruṣaṁ divyaṁ
yāti pārthānucintayan

«Aquel que medita en Mí como Suprema Personalidad de Dios, con la mente constantemente dedicada a recordarme a Mí, y que no se aparta del sendero, él, ¡oh, Pārtha [Arjuna]!, es seguro que llegará a Mí» (Bg. 8.8).

Este no es un proceso muy difícil. No obstante, uno debe aprenderlo con una persona experimentada. Tad-vijñānārtham sa gurum evābhigacchet: uno debe acudir a una persona que ya haya logrado la práctica. La mente siempre está volando de un lado a otro, pero uno debe practicar el proceso de concentrarla siempre en la forma del Señor Supremo, Śrī Kṛṣṇa, o en el sonido de Su nombre. La mente es inquieta por naturaleza: siempre anda de aquí para allá; pero ella puede reposar en la vibración sonora de Kṛṣṇa. Uno debe meditar, pues, en paramaṁ puruṣam, y así llegar a Él. Los medios y arbitrios para conseguir la comprensión máxima, el máximo logro, se exponen en el Bhagavad-gītā, y las puertas de este conocimiento están abiertas a todo el mundo. No se excluye a nadie. Todas las clases de hombres pueden acercarse al Señor Kṛṣṇa mediante el proceso de pensar en Él, pues a todo el mundo le es posible oír hablar de Él y pensar en Él.

El Señor añade (Bg. 9.32-33):

māṁ hi pārtha vyapāśritya
ye ’pi syuḥ pāpa-yonayaḥ
striyo vaiśyās tathā śūdrās
te ’pi yānti parāṁ gatim
kiṁ punar brāhmaṇāḥ puṇyā
bhaktā rājarṣayas tathā
anityam asukhaṁ lokam
imaṁ prāpya bhajasva mām

Así pues, el Señor dice que incluso un comerciante, una mujer baja o un obrero, o incluso los seres humanos que estén en los niveles de vida más baja que existen, pueden llegar al Supremo. No se necesita una inteligencia sumamente desarrollada. Lo cierto es que cualquiera que acepte el principio del bhakti-yoga y que acepte al Señor Supremo como summum bonum de la vida, como el objetivo máximo, la meta última, puede acercarse al Señor en el cielo espiritual. Si uno adopta los principios que se enuncian en el Bhagavad-gītā, puede hacer que su vida se vuelva perfecta, y puede encontrarles una solución permanente a todos los problemas de la vida. Esa es la esencia de todo el Bhagavad-gītā.

En conclusión, el Bhagavad-gītā es una obra literaria trascendental que uno debe leer muy cuidadosamente. Gītā-śāstram idaṁ puṇyaṁ yaḥ paṭhet prayataḥ pumān: si uno sigue las instrucciones del Bhagavad-gītā como es debido, puede liberarse de todos los sufrimientos y ansiedades de la vida. Bhaya-śokādi-vivarjitaḥ. En esta vida, uno se librará de todos los temores, y su siguiente vida será espiritual (Gītā-māhātmya 1).

Además, hay una ventaja adicional:

gītādhyāyana-śīlasya
prāṇāyāma-parasya ca
naiva santi hi pāpāni
pūrva-janma-kṛtāni ca

«Si una persona lee el Bhagavad-gītā de un modo muy sincero y con toda seriedad, entonces, por la gracia del Señor, las reacciones de sus fechorías pasadas no actuarán sobre ella» (Gītā-māhātmya 2). En la última porción del Bhagavad-gītā (18.66), el Señor dice en voz muy alta:

sarva-dharmān parityajya
mām ekaṁ śaraṇaṁ vraja
ahaṁ tvāṁ sarva-pāpebhyo
mokṣayiṣyāmi mā śucaḥ

«Abandona todas las variedades de religión y tan solo entrégate a Mí. Yo te libraré de todas las reacciones pecaminosas. No temas». Así pues, el Señor asume toda la responsabilidad de aquel que se entrega a Él, y lo protege de todas las reacciones de los pecados.

mala-nirmocanaṁ puṁsāṁ
jala-snānaṁ dine dine
sakṛd gītāmṛta-snānaṁ
saṁsāra-mala-nāśanam

«Uno puede limpiarse diariamente dándose un baño con agua, pero si alguien se da un baño siquiera una vez en la sagrada agua del Ganges del Bhagavad-gītā, para él la suciedad de la vida material se elimina por completo» (Gītā-māhātmya 3).

gītā su-gītā kartavyā
kim anyaiḥ śāstra-vistaraiḥ
yā svayaṁ padmanābhasya
mukha-padmād viniḥsṛtā

Como el Bhagavad-gītā lo habla la Suprema Personalidad de Dios, no es necesario leer ninguna otra Escritura védica. Uno solo tiene que oír y leer atenta y regularmente el Bhagavad-gītā. En la era actual, la gente está tan absorta en las actividades mundanas, que no le es posible leer todas las Escrituras védicas. Pero ello no es necesario. Este único libro, el Bhagavad-gītā, será suficiente, porque es la esencia de todas las Escrituras védicas, y, en especial, porque lo expone la Suprema Personalidad de Dios (Gītā-māhātmya 4).

Como se dice:

bhāratāmṛta-sarvasvaṁ
viṣṇu-vaktrād viniḥsṛtam
gītā-gaṅgodakaṁ pītvā
punar janma na vidyate

«Aquel que bebe el agua del Ganges, logra la salvación; entonces, ¿qué puede decirse de aquel que bebe el néctar del Bhagavad-gītā? El Bhagavad-gītā es el néctar especial del Mahābhārata, y lo expuso el propio Señor Kṛṣṇa, el Viṣṇu original» (Gītā-māhātmya 5). El Bhagavad-gītā emana de la boca de la Suprema Personalidad de Dios, y el Ganges se dice que emana de los pies de loto del Señor Supremo, pero al hacer un estudio imparcial, podemos apreciar que el Bhagavad-gītā es aún más importante que el agua del Ganges.

sarvopaniṣado gāvo
dogdhā gopāla-nandanaḥ
pārtho vatsaḥ su-dhīr bhoktā
dugdhaṁ gītāmṛtaṁ mahat

«Este Gītopaniṣad, el Bhagavad-gītā, la esencia de todos los Upaniṣads, es como una vaca, y el Señor Kṛṣṇa, quien es famoso como pastorcillo de vacas, la está ordeñando. Arjuna es como un ternero, y los eruditos entendidos y devotos puros han de beber la nectárea leche del Bhagavad-gītā» (Gītā-māhātmya 6).

ekaṁ śāstraṁ devakī-putra-gītam
eko devo devakī-putra eva
eko mantras tasya nāmāni yāni
karmāpy ekaṁ tasya devasya sevā

(Gītā-māhātmya 7)

En los tiempos actuales, la gente está sumamente ansiosa de tener una sola Escritura, un solo Dios, una sola religión y una sola ocupación. Por consiguiente, ekaṁ śātraṁ devakī-putra-gītam, que solo haya una Escritura, una Escritura común para el mundo entero: el Bhagavad-gītā. Eko devo devakī-pūtra eva, que solo haya un Dios para el mundo entero: Śrī Kṛṣṇa. Eko mantra tasya nāmani, y un solo himno, un mantra, una oración: el canto de Su nombre, Hare Kṛṣṇa, Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare/ Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare. Karmāpy ekaṁ tasya devasya sevā, y que solo haya una ocupación: el prestarle servicio a la Suprema Personalidad de Dios.

La sucesión discipular

Evaṁ paramparā-prāptam imaṁ rājarṣayo viduḥ (Bhagavad-gītā 4.2). El Bhagavad-gītā tal como es se recibe a través de la siguiente sucesión discipular:

1. Kṛṣṇa
2. Brahmā
3. Nārada
4. Vyāsa
5. Madhva
6. Padmanābha
7. Nṛhari
8. Mādhava
9. Akṣobhya
10. Jaya Tīrtha
11. Jñānasindhu
12. Dayānidhi
13. Vidyānidhi
14. Rājendra
15. Jayadharma
16. Puruṣottama
17. Brahmaṇya Tīrtha
18. Vyāsa Tīrtha
19. Lakṣmīpati
20. Mādhavendra Purī
21. Īśvara Purī, (Nityānanda, Advaita)
22. Lord Caitanya
23. Rūpa, (Svarūpa, Sanātana)
24. Raghunātha, Jīva
25. Kṛṣṇadāsa
26. Narottama
27. Viśvanātha
28. (Baladeva), Jagannātha
29. Bhaktivinoda
30. Gaurakiśora
31. Bhaktisiddhānta Sarasvatī
32. A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda